El 27 de Octubre 2017 | 17:27
En la semana especial de 'Super Mario', junto al lanzamiento de la última entrega, vestimos día a día la portada con el rojo y azul del fontanero. Hoy llega 'Super Mario Odyssey', con lo que, por fuerza, y tras el análisis, la nueva entrega necesita ser la absoluta protagonista de nuestro artículo diario.
Tras el review voy seco de ideas, en 20 minutos de vídeo he contenido todo lo que necesitaba explicar sin caer en spoilers innecesarios, sin trampas o sobreexplicaciones. Pero hay algo que me ha chocado, y es las voces entre algunos actores de la prensa internacional que ayer publicaban su review asumiendo que es un juego corto.
Con el lanzamiento de 'Resident Evil VII' tuve una batalla cruenta con el tema de la duración. La recuerdo con dureza. Ahí el debate podría estar abierto con cierto sentido, aunque nunca lo compartí, pero por 'Super Mario Odyssey' no puedo pasar.
El secretismo necesario
Me niego en redondo, todavía, a desvelar al número de reinos que forman la partida. Me niego en redondo, en realidad, a decir prácticamente nada del juego. Tengo mi Nintendo Switch llena de capturas de pantalla, y el disco duro con un montón de material capturado, que posiblemente nunca vaya a encontrar más destino que mi papelera de reciclaje. El objetivo primero y último de cualquier Super Mario en 3D es el descubrimiento, y la capacidad de asombro de la que dispone Nintendo en cada juego es una de las grandes bazas. Sin embargo, lo importante no es remarcar que 'Mario' no es corto, lo importante es asumir que se trata de un juego (cuasi)infinito.
De hecho, mi análisis ayer llevaba justamente esa coletilla: "Super Mario Odyssey: El juego infinito". Lo infinito en mi juicio rema en dos direcciones diferentes e interrelacionadas: la primera de ellas asume que en cada rincón hay algo por descubrir. En cada rincón. Sin excepción. La segunda gira en torno al endgame.
No es nada nuevo en la saga, es, de hecho, una exigencia de primer orden. Tras completar el enemigo final, la fiesta comienza en 'Super Mario'. De alguna manera, cada reino de 'Super Mario Odyssey' atraviesa varias transformaciones: una primera fase en la que el reino se encuentra al acceder por primera vez, sometido a los designios de Bowser y su congénita maldad; una segunda cuando logras cerrar la misión principal, y el reino se transforma incluso a nivel visual y artístico en algo radicalmente diferente. Ahí el cambio no sólo es aparente, sino que se abre en opciones. Al terminar el juego, todo 'Super Mario Odyssey' entra en una coctelera, y lo que eran reinos aislados se mezclan entre sí, para cambiar en una tercera ocasión con nuevas posibilidades y centenares de lunas adicionales.
Lo interesante, de esta forma, es que el end-game de 'Super Mario Odyssey' no sólo representa un camino para completar lo que te dejaste atrás en la primera vuelta, esa comprensión en el año 2017 incluso llega a ser simplista. Lo interesante es la transformación del juego, asumiendo que el grueso de la partida, además, se desarrollará una vez eliminado el último enemigo.
De esta forma, y seguiremos desentrañando el juego con el paso de los días, no sólo es falso decir que es un juego corto, sino que se trata de uno de los títulos con más posibilidad para exprimir horas con sentido del año.