El 21 de Febrero 2018 | 10:15
Hemos crecido en una sociedad en la que las mujeres solo pueden ser de dos tipos: o son mujeres puras, o son auténticas femme fatale. Estos son patrones que la literatura, el teatro, el cine, la pintura... Han reproducido sin ningún tipo de cortapisa. Podemos verlo reflejado incluso en textos tan relevantes a nivel social como la Biblia, donde se nos pone como ejemplo a la Virgen María y como culpable de todos nuestros males a Eva. Eva se rebeló contra Dios, contra el hombre, contra lo masculino; María, por su parte, prefirió acatar órdenes y servir de instrumento a Dios para traer su hijo al mundo.
Mas si creíais que esto era algo arcaico, que no continuaba reproduciéndose en la actualidad, no podéis estar más equivocados. El prototipo de femme fatale es tan habitual que podemos encontrarlo incluso en las películas con las que creemos estar dando valores positivos a los más pequeños: los clásicos de Disney. Este binomio de mujer bien - mujer mal lo podemos encontrar en prácticamente todas las películas de princesas que conocemos: la Sirenita, la Cenicienta, Enredados, Blancanieves, la Bella Durmiente... En todas estas historias aparece una mujer malvada que, bien por envidia o bien por egoísmo, se aprovecha de una chica con todas las cualidades que consideramos imprescindibles en nuestro prototipo de "mujer perfecta": joven, esbelta, atractiva, buena, culta...
Estamos ante una clara referencia a ese binomio entre mujeres buenas y mujeres malas que siempre hemos consumido, desde hace milenios. Se cataloga como una mujer buena a aquella que es sumisa, que se deja conducir por lo que la sociedad establece como bueno; al contrario, las villanas siempre son mujeres que optan por ser egoístas, por seguir sus propios deseos, por ser avariciosas, lujuriosas o, sencillamente, libres.
Personalmente, necesité leer y formarme mucho sobre feminismo para darme cuenta de todo esto. Lo único que yo veía al principio en las historias de Disney era eso, historias. Cuentos para niños que no buscaban más que transmitir unos valores determinados. No comprendía que tras esos valores también hay preceptos sociales equivocados que pueden dañarnos, arraigando en nuestro interior y fomentando el machismo estructural. Tras haberlo captado, he llegado a ver la importancia de analizar todo aquello que nos rodea con las famosas gafas violeta, incluso esas películas de dibujos animados que tanto subestimamos a veces. Así que mi pequeño propósito es conseguir que más gente reflexione al respecto... Y qué mejor que desmontar todo aquello que Disney nos ha enseñado, y analizar hasta qué punto las villanas podrían ayudarnos a hacerlo.
Las villanas: esas grandes incomprendidas
Vayamos por partes, partiendo de la pregunta más importante de todas: ¿qué es lo que llevó a la gran mayoría de villanas a cometer esos actos por los que luego las criticamos y juzgamos? En el caso de Úrsula, lo que ella ansiaba era poder, todo ese poder que le había sido arrebatado por el padre de Ariel; lo que la Reina de Blancanieves quería era continuar siendo la más bella, puesto que veía a su hijastra como una competencia en este sentido; Maléfica quería vengarse de un daño que le habían hecho; Gothel (de Enredados) tenía un miedo atroz a envejecer, puesto que creía que así perdería su belleza (y, de esa forma, su valor); y, por último, la Madrastra de la Cenicienta tenía miedo de que ella le quitara sus posesiones, valiéndose de su belleza y de su juventud, y dejara así a sus hijas sin nada.
Es decir, que podríamos resumir sus motivaciones en dos: miedo a perder algo, o ganas de recuperar algo perdido. Mas en las películas no se profundiza en ningún momento en cómo estas villanas siempre tienen una especie de motivación que va más allá de la maldad. Ellas no son como Frollo ('El Jorobado de Notre Damme'), que es sencillamente cruel, sino que hacen lo que hacen con un objetivo. Y ese objetivo siempre está relacionado con amores perdidos, con poder arrebatado o con el miedo a envejecer y dejar de ser bellas. Las villanas de Disney son, en realidad, grandes incomprendidas y víctimas del machismo que sacude nuestra sociedad.
Con esto no quiero decir que sus acciones sean justificables, ni mucho menos. Podríamos entenderlas como una crítica a todo aquello que la sociedad nos ha enseñado a valorar, y que deberíamos eliminar de nuestra vida. La belleza, la juventud, la atracción de los hombres... Todo esto son detalles que acaban llevando a las "malvadas" a su perdición.
La raíz de todo esto es comprender que estos personajes sí que afectan a los más pequeños (y nos afectaron a nosotros), puesto que crecimos pensando que Blancanieves era la única víctima de todo lo que le sucedió... ¡Cuando nada más lejos de la verdad! La Reina también se estaba viendo atormentada por una sociedad que la empujaba a realizar cualquier acción, independientemente de lo negativa que esta fuera, para continuar cumpliendo con los cánones estéticos. Imaginemos una segunda parte de Blancanieves, una película en la que esta creciera y tuviera también una hijastra. Blancanieves va viendo cómo su belleza (o lo que la sociedad entiende como tal) va desapareciendo, mientras que su hijastra, poco a poco, comienza a florecer. El puesto de reina dejará de pertenecerle, todo aquello que nació para ser desaparecerá ante sus ojos, y el miedo al futuro, a la vejez, comenzará a hacer mella. En una situación extrema... ¿No haría ella lo mismo que su madrastra?