¿Consola o PC? Esa es la cuestión. Siempre ha habido un abismo entre los dos sistemas. Uno era el caro, el que podía evolucionar y durante un tiempo ir adaptándose a las nuevas necesidades. El otro asequible, pero limitado. No podían hacerse "barbaridades" exceptuando que tuviesen opción a expansión (véase el Expansion Pack de Nintendo 64). Pero en general, una consola seguía siempre unos cánones de potencia hasta que llegaba la generación siguiente.
Esto de los modelos "mejorados" (que no rediseños, como antaño) de las consolas está cogiendo por banda a los usuarios y lanzándolos a una piscina en la que antes no se habían zambullido, llegando a ofrecer opciones de configuración visual (¡en consola!). Siendo sinceros, estamos en una esperpéntica carrera por conseguir la mayor potencia visual y de procesamiento en la que poco importan otros aspectos (que ya estaban presentes antes) y que está no obligando, pero sí "sugiriendo" que un usuario debe cambiar de consola cada par de años. Y esto, amigos, estaba muy bien en los teléfonos (pensamos). Es cierto, los modernos terminales cuestan ampliamente más que una consola, pero pagamos por ellos como si fuese algo natural. ¿Qué ocurrirá? ¿Empezaremos a pensar que en realidad ya no estamos lejos de los usuarios de PC, que actualizan su sistema para seguir a máximo rendimiento? ¿Rehusaremos a avanzar?
Es un tema delicado y a la vez el protagonista de cantidad de discusiones (amistosas) entre aficionados al mundillo, pero nosotros os vamos a plantear este "desafío" y esta intromisión del mundo de las consolas en algo que hasta el momento parecía natural de PC de forma distinta. Con una comparativa. Es sencilla: comparamos precio de una Xbox One, Xbox One S y Xbox One X con la tarjeta gráfica que en ese momento habríamos puesto en nuestro PC para disfrutar a máximo rendimiento. El resultado es bastante más homogéneo de lo que podríamos imaginar.
Así pues, esto es lo que os ofrecemos. Conste que es difícil elegir y que las opciones son muy amplias, así que os invitamos a plantear cualquier alternativa que se os ocurra a los productos que aquí nombramos. Pongamos que estamos en 2013 y seguimos usando nuestra Xbox 360. En paralelo, tenemos nuestro PC optimizado, pero los juegos están dando el salto.
Redondeando, la Xbox One (que salió a la venta junto con Kinect en pack) llegaba a los 500€. Paralelamente, en PC, compramos una Gigabyte Aorus Geforce GTX 1070 8GB GDDR5. Obviando el asunto de que la gráfica es muy superior a la potencia que aporta Xbox One (y a que probablemente nos tocase añadir alguna pastilla de RAM), ya hemos dado el primer paso en esta generación, si bien aquí nos empieza a surgir un dolor de cabeza. Y es que podríamos decir que con esa gráfica, aún hoy estaríamos más que servidos, pero estamos hablando de evolución y de precios, además la valoración la hacemos en 2017. Volvemos sobre lo mismo: esto no es consola vs PC, sino una muestra del tiempo que ha pasado entre sistema y sistema.
Por suerte, Microsoft decidió poner a la venta Xbox One sin Kinect, lo que facilitó las ventas una barbaridad, y no por falta de calidad en Kinect, sino porque no era algo que interesase a la media de jugadores. Bajamos a los 399'99 (redondeando, 400€). Pongamos que hemos esperado hasta entonces también para conseguir una gráfica, y en este caso y por ese precio hemos adquirido una Asus ROG GeForce GTX 1060 Strix Gaming OC 6GB GDDR5. Sí, una vez más, muy superior a la tarjeta de Xbox One, pero ya aquí nos empieza a "pillar el toro" y vemos que los últimos juegos tienen más requerimientos, y que los 6GB se pueden quedar algo ajustados si queremos comodidad.
Pasan tres años, y es 2016. Durante este tiempo, Xbox One ha arrastrado la falta de HDR, de 4K y nuestro PC ha sufrido un buen calentamiento que se salva por el disipador de calor de la gráfica, y Microsoft hace una extraña jugada (pero muy hábil): un nuevo modelo de consola con mejoras en el apartado técnico, opción a 4K en películas y un rediseño. Y un precio... excesivamente atractivo. Pero lo anuncia mientras ya se habla del "Project Scorpio", una máquina de última tecnología que llegará un año después, más o menos. 3 años es sinónimo de renovar gráfica para adaptarnos a la última, y digamos que no estamos satisfechos con nuestra One.
Nos la podemos quedar un año más hasta la salida de Xbox One X o podemos hacer un desembolso o plan renove y llevarnos el último modelo. Son 280€, más o menos, de lanzamiento. ¿Y en PC? Por ese precio, empezamos a tenerlo algo más crudo. Pero digamos que adquirimos una EVGA GeForce GTX 1060 Gaming 6GB GDDR5. Como vemos, la mejora es casi nula (a efectos prácticos) respecto a la máquina anterior. Todo esto sin que ahora busquéis las cosquillas al asunto y empecéis a hablar de modelos reacondicionados etc, porque obviamente, si metemos en la ecuación esta categoría, sería infinito.
Llega la X
Ahora centrémonos en la rabiosa actualidad: noviembre de 2017. Xbox One S sigue siendo un objeto de deseo para muchos jugadores por sus seductores packs de juegos y su potencia, que abraza el HDR y ofrece mejoras en las películas. Pero Xbox One X ya está con el motor en marcha, lista para salir al mercado con sus relucientes teraflops, su memoria mejorada, su rediseño, y sus (¡bendita sea!) 4K nativos. Ha llegado la hora de la nueva consola que no es sino un rediseño y mejora de la ya existente, y cuyo precio asciende a los 500€.
Podemos seguir comprando la S igual que podemos seguir adquiriendo por módicos precios tarjetas gráficas de ese rango, pero también podemos ir a por la X, bien porque disponemos de una imponente pantalla 4K que queremos aprovechar para ver 'Forza Motorsport' de maravilla. Bien porque sencillamente, nosotros consumimos tecnología. Y en PC, ya ha llegado la hora de hacernos con la gráfica definitiva. Compramos una Asus Dual GeForce GTX 1070 OC 8GB GDDR5.
Tanto en nuestro PC como en Xbox One X tenemos una calidad superior, y la inversión que hemos hecho ha rondado los 1300€ en total, que divididos en 4 años, que de media son 325€ en hardware cada uno de ellos. Sí, básicamente, una consola por año.
Conclusiones
Los nuevos modelos hacen más equilibrado el mercado en base a la evolución, no siendo una necesidad para disfrutar de los juegos pero sí una opción para hacerlo de una manera más refinada y potente. Que nadie se alarme cuando hay nuevos modelos, y es que esto no es como "New Nintendo 3DS" y su absurda idea de hacer juegos exclusivos para ella (algo tan catastrófico que no llegó a ofrecer más de unos pocos...). Los juegos de Xbox One siguen funcionando en toda la familia de consolas, cada uno a su manera y con una configuración, igual que en un PC cada título se adapta a la gráfica de que disponemos. Nadie nos pone una pistola en el pecho para que adquiramos una nueva Xbox, una frase obvia, pero que se refiere en esta ocasión a que no es algo "indispensable" para seguir jugando. La pugna con PC siempre va a seguir ahí, pero el acercamiento de precios también. Y si un ordenador es algo en lo que decidimos gastar (de entrada) 1500€, la balanza se nivela pues cubrirá nuestras necesidades tecnológicas durante un par de años o tres... y a partir de ahí la rueda de la evolución seguirá, nos tocará actualizar... o no. Y es que una vez más, esto es por diversión, y para eso, tampoco es obligatorio desembolsar cada poco.