Algo está pasando con los videojuegos, y no precisamente bueno. Es arto conocida la dificultad de desarrollo económico de un videojuego en los tiempos que corren, que se lo digan si no a las pequeñas desarrolladoras independientes. Los desarrollos son cada vez más largos, más costosos, de ahí que se lleve más de una década estudiando modelos de negocio alternativos que han desembocado a extensiones de los títulos vía expansiones, DLCs y otro tipo de propuestas para suplir esa franja de beneficios que tanto ansían las distribuidoras. Pero una cosa es querer ganar dinero a base de trabajo, ya sea con contenido monetario que amplíe la experiencia e incluso la complete, y otra muy distinta hacerlo tirando de prácticas de dudosa moralidad como pueden ser las cajas de botín aleatorias. No por nada desde la unión europea se lleva estudiando un tiempo la prohibición de las mismas.
Me van perdonar las grandes distribuidoras del sector (no quiero mirar a nadie en específico, que luego me caen las collejas) por pensar que son unas peseteras y que tienen la moralidad de una piedra, pero desde el mismo momento que cobras por una licencia intelectual y le añades contenido de este tipo, no solo estás devaluando tu producto, también lo está convirtiendo en una mala práctica. Porque no estoy hablando de esos juegos free-to-play o pay-to-win (tampoco quiero mirar a nadie, que cada cuál se identifique si se siente aludido) que buscan monetizar el juego a base loot boxes, hablo de títulos con nombres y apellidos, con mucho marketing detrás, juegos que son lanzados bajo un coste inicial (que en todo caso es muchas cosas menos barato) y que a posteriori tienen contenido inapropiado para jóvenes y no tan jóvenes. Lo agravante del asunto es que hayan tenido que intervenir desde las cumbres de los altos mandos para que empezaran a retroceder y retirar las cajas de botín, lo que dice mucho de estas empresas.
Esto es un hobby
Estamos hablando de videojuegos, y los videojuegos tienen una diversificación prulilateral de usuarios, que también engloba a los más pequeños de la casa. Vale que se quiera ganar dinero porque, bueno, porque son empresas, no ONGs, ¿pero de verdad es necesario recurrir a estas políticas? Prácticas que pueden llevar a los jóvenes a la adicción, a gastar el dinero en algo que no les va a aportar absolutamente nada. Y cómo no, son prácticas que van a llevar a la empresa que las usa a ganarse, a pulso, una mala imagen y reputación. No sé si de verdad las empresas que las realizan lo han pensado bien, pero yo creo, honestamente, que no les merece la pena.
Espero y deseo que si bien no por propia voluntad, si no porque otros se los ordenen, se acabe por erradicar una práctica nauseabunda que además es peligrosa y adictiva. La monetización de los videojuegos a través de loot boxes y otros métodos de pago no es la respuesta que buscan las grandes empresas para sumar beneficios. Estoy de acuerdo que toda la sociedad (empezando por los de casa) tenemos la responsabilidad con para nuestros jóvenes, de enseñarles y explicarles, de guiarles, pero si hablamos estrictamente de los videojuegos, a aquellos que más nos toca no podemos quedarnos sin hacer nada. Es por eso que debemos acabar con estas prácticas y no permitir que proliferen, por el bien de todos.