No creo que los DLC sean malos por definición. Los hay buenos, regulares, malos y también, porqué no decirlo, mejores que muchos juegos completos ('Left Behind', 'Wolfenstein: The Old Blood'...), pero lo que son todos de un tiempo a esta parte, sin lugar dudas, es impopulares. Por eso la campaña de Sony España que vimos circular ayer por Twitter ("Añade DLCs a tu vida") no puede ser calificada de otra forma que no sea como una soberana salida de tiesto que lo único que demuestra es estar totalmente al margen del consumidor y no saber qué se cuece en redes sociales y foros, sobre todo en los últimos tiempos donde los jugadores están a la que saltan contra prensa y compañías. Un movimiento a todas luces innecesario y desafortunado cuya respuesta no se ha hecho esperar, como no podía ser de otra manera...
Más tarde, la cuenta de Twitter de PlayStation España ofrecería a todas esas personas una respuesta plantilla que daba una explicación de esta manera: "Entendemos el malestar por el doble sentido que puede sacar la publicación. El objetivo de esta era animar al aprendizaje de nuevas pasiones, experiencias y vivencias en la vida real". Puede que sea cierto, pero no menos cierto es que deberían haber tenido en cuenta la suspicacia y susceptibilidad del público, que no siempre es capaz de pillar el doble sentido en algunas cuestiones. De hecho, en esta cuestión era jodidamente difícil pillar ese doble sentido y el daño ya estaba hecho.
Como decía antes, los DLCs no son necesariamente malos, pero dentro del concepto de contenido descargable, que son todos, los hay de diferentes tipos. Originalmente existen desde hace décadas, ya que antes de que llegaran a las consolas, ya existían las expansiones en PC. Eso ya eran DLCs, pero no sería hasta años después cuando tomarían esta acepción en sentido negativo. Las monturas para caballo de 'The Elder Scrolls IV: Oblivion' y los trajes de 'Street Fighter IV' pusieron no un grano, sino rocas enteras de arena para que cogieran la fama que tienen hoy, pero no deberían pagar justos por pecadores.
Aún así insisto, independientemente de la calidad o contenido de los DLCs, al jugador no le gustan, y con razón. Al fin y al cabo, hemos pasado de pagar 60 euros por un juego completo a pagar 60 euros por un juego que puede estarlo o no, pero que dos meses -o menos- más tarde requerirá de apoquinar aún más dinero para tener una experiencia "completa". En muchas ocasiones, de manera prácticamente obligatoria. ¿O alguien piensa jugar durante un año o más con los mapas que vienen de serie en 'COD: Infinite Warfare' o 'Battlefield 1'? ¿Acaso no es absolutamente escandaloso que se haya restringido el acceso a muchísimo contenido de 'Destiny' a no ser que te hayas hecho con 'Los Señores del Hierro'?
La sensación que dejan muchísimas veces es que a no ser que te hagas con ellos pasas a ser jugador de segunda. Si no puedes jugar en el nuevo mapa, luchar con el nuevo personaje, superar la nueva misión... simplemente estás desplazado. Y por mucho que nos prometamos a nosotros mismos que no vamos a pasar por el aro, lo terminamos haciendo, porque la tentación de seguir disfrutando más de nuestro juego favorito siempre es más grande que nuestra voluntad. Y al fin y al cabo, qué son 15 euros más... Para nosotros tal vez no mucho, para las compañías, puro business...
Aún así, el adquirir DLCs no deja de ser una alternativa y rara vez suponen una necesidad inevitable para continuar jugando. Tal vez por eso sentó tan mal la ya famosísima campaña, y es que ese "añade DLCs a tu vida" tiene cierto sentido imperativo que al público no ha gustado nada. Y con razón. Asumimos que son empresas que al fin y al cabo, su primer objetivo es cuadrar cuentas y acumular beneficios, pero también cabe esperar, al menos, una mayor sensibilidad para con los jugadores.