Seguro que si voy a casa de gran parte de los que me estáis leyendo, encuentro una balda (en el salón o una habitación) con figuras. Funkos, alguna figura de ediciones coleccionista, otras más cara y también amiibo. Estos últimos cumplen 5 años desde que se lanzaron al mercado en un movimiento tan original como poco atractivo. Por lo menos en su concepto original, ya que estas efigies de los personajes de 'Super Smash Bros.' (primera línea de figuras que se lanzaron), buscaban interactuar con el juego en sus versiones tanto para Nintendo 3DS como Wii U, aunque fuese esta última la que tuviese el hardware necesario para usarlos sin recurrir a elementos externos.
Pero me apuesto lo que queráis a que el 80% de vosotros no habéis utilizado esta función de los amiibo jamás. Me atrevo a decir más: cuando anuncian nuevas figuras, ni siquiera leéis con qué juegos son compatibles o qué tipo de contenido desbloquean en dichos títulos. ¿Por qué? Porque Nintendo creó un producto con un doble objetivo y el primero de ellos se quedó por el camino, ya que las figuritas han pasado ha ser más un elemento de merchandising que accesorios jugables.
Una jugada ¿maestra?
Y esta reflexión parte de una experiencia propia. Es decir, yo soy el primer poseedor de un buen puñado de figuras amiibo que jamás ha usado más que para decorar un espacio dentro de la casa. Son productos con una factura bastante notable (sobresaliente en algunos casos y nefasta en otros) y que representan a un puñado de personajes muy icónicos de la industria del videojuego. ¿Quién en su sano juicio no querría tenerlas? Pues muy pocas personas, y sé de buena tinta que el objetivo de Nintendo de convertirlas en figuras interactivas ha pasado muy de puntillas en todos los jugadores.
Yo quiero creer que la compañía japonesa nunca tuvo como fin único vender figuras que pudiesen usarse solo como complemento a los juegos. Sería pecar de inocentes y, por el precio al que se venden, que por lo menos pudiesen hacer bonito en escritorios, estanterías y baldas. Y las pruebas están en las casas de los jugadores. Tengo conocidos que han preparado espacios propios para estas figuras, porque les gustan, pero apenas las han sacado de ahí para "jugar".
Eso si no sois de los que tienen un amor especial por el coleccionismo y todavía conservan las figuras en su embalaje original. Los hay que incluso han intentado activar las funciones NFC de los amiibo a través de su propio envase. Algo es algo, pero la intención de no abrirlas está clara. Y la de no querer usarlas, en realidad, también.
El hecho de colocarlas en sitios específicos denota una intención de no sacarlas de ahí. Aquellos que uséis baldas para exhibirlas podéis, en última instancia, moverlas fácilmente, pero hay usuarios que las conservan en vitrinas, un sistema mucho mejor para protegerlas del polvo y otras inclemencias hogareñas, pero que también dificulta mucho más su uso. Si el objetivo fuese usarlas, ¿para qué montar una estructura cerrada que, aunque se abre y se cierra, suele permanecer cerrada?
Cinco años después, los amiibo siguen teniendo un éxito considerable y han salido recientemente nuevas figuras que demuestran que Nintendo sigue apostando por ellas. Pero nunca han sido lo que ellos querían. No se juega con los amiibo, se coleccionan los amiibo.