El 18 de Febrero 2016 | 18:45
Hablemos de videojuegos o, mejor dicho, de un tipo de videojuego que está últimamente de moda. Se conocen con el nombre de walking simulator, aunque otros los conocen como esos juegos que son "pelis muy entretenidas".
La reflexión que os invito a hacer hoy es: ¿un walking simulator es un videojuego? Para responder a esta pregunta, es vital que nos cuestionemos sobre qué consideramos que es un videojuego. En este sentido, he echado mano del libro que un buen profesor tuvo a bien publicar. "¿Qué es un videojuego?" se preguntaba Isaac López Redondo en su libro. En el primer capítulo del libro, nos encontramos con la dificultad para responder a esta incógnita. Su autor concluye, por tanto, que un videojuego es todo aquello que produzca diversión y entretenimiento. Un videojuego es un juego y, como tal, reúne las características básicas del mismo: improductivo, que comporta reglas, es ficticio...
Cada uno de nosotros, en base a nuestra experiencia, a nuestro entorno sociocultural, tenemos en la mente ideas muy diferentes acerca de lo que es un videojuego. Y entonces, nos topamos con los walking simulator. ¿Podemos considerarlos videojuegos?
Algunos ejemplos de walking simulator pueden ser títulos como 'Journey', 'Everybody's gone to the Rapture', 'Dear Esther' o el nuevo 'The Witness'. Son juegos en los que, básicamente, nos movemos por un espacio en el que se nos propone algún tipo de reto. Sin embargo, no son retos según los parámetros establecidos por los triple A. En un walking simulator, podríamos decir, las mecánicas de juego típicas se rompen, en un intento por transmitirle algo al jugador.
¿Quiere esto decir que no son un videojuego? En lo que a mí respecta, considerarlos así sería demasiado radical e impositivo. Es posible que no sean juegos orientados a entretener al gran público. Pero están ahí y son una propuesta narrativa interesante. Pensad por un momento en 'Everybody's gone to the Rapture' y en esa historia fragmentada que tenemos que recomponer como un puzzle para saber qué ha pasado en Shropshire. Este género (si es que se le puede considerar como tal) apuesta por eso: que el jugador se pregunte qué demonios pasa, qué va a descubrir. Son, si lo pensamos con detenimiento, una manera sutil de manipular la mente de los jugadores. Y manipular no siempre es malo.
Entre otras cosas, si algo tiene de bueno la irrupción del mundo indie en el mercado es que nos nutrimos de nuevas e inteligentes maneras de contar una historia con elementos muy simples. Son videojuegos que tenemos que entender como una forma de hacer arte, una alternativa a la industria.
¿No son videojuegos? Sí. Los walking simulators son videojuegos que se salen de los patrones clásicos, para traernos un relato nuevo, descarado y, sobre todo, creativo.