Se cumplen nada menos que 15 años desde que la saga Zelda comenzase en Occidente su nueva andadura, la primera entrega de una licencia que cambiaba por completo algunos de los estándares a los que estábamos acostumbrados tras la toma del relevo por Eiji Aonuma tras la decisión de Shigeru Miyamoto para que fuese ahora él el encargado de ser el líder del barco: 'The Legend of Zelda: Majora's Mask'.
Una historia diferente
El segundo juego para Nintendo 64 llegó tan solo unos meses más tarde tras su lanzamiento en abril en Japón, mientras que en Europa tuvimos que esperar tan solo un par de semanas más hasta que lo pudimos catar. No vamos a decir hoy nada que no sepamos sobre la aventura de Termina en la que el tiempo y la Ciudad Reloj son los ejes angulares de una idea que no dejó nunca de rondar la cabeza del señor Aonuma: la libertad del jugador.
Uno de los requisitos que debía cumplir este título en el que jugábamos literalmente a nuestro modo con el paso del tiempo en estos tres largos e intensos días es que el jugador fuese capaz de elegir qué camino tomar; elegir qué venía después era un requisito, no una posibilidad. La Máscara de Majora consiguió convertirse en un icono que ha llegado hasta hoy con el mismo fanatismo que antaño, hasta el punto de llegar a pedir desesperadamente un remake para Nintendo 3DS que hoy podemos disfrutar gracias al tremendo trabajo de Grezzo.
3.36 millones en N64; 2.05 en 3DS
A diferencia de su predecesor, 'Ocarina of Time', 'The Legend of Zelda: Majora's Mask' requiere del Expansion Pak de Nintendo 64, un periférico que permitía cargar más polígonos, es decir, un apartado gráfico más pulido y cuidado. Como curiosidad, decir que 'Majora's Mask' fue desarrollado en tan solo 14 meses por muchas prisas en el desarrollo; el remake, por su parte, estuvo 3 años forjándose en las oficinas de Kyoto.
¡Felicidades, 'Majora's Mask'!