Sam Fisher se vuelve a meter en su traje de operaciones especiales para mostrarnos las diferentes técnicas de que dispone para abordar cada situación en una misión. 'Splinter Cell: Blacklist' le ofrece al usuario, al igual que la anterior entrega, la libertad de ajustar su estilo de juego conforme avanza por el escenario. Por un lado, podemos abrazar la oscuridad y el silencio para actuar como un Fantasma, sin causar bajas letales; si no queremos dejar cabos sueltos, nuestro estilo será el de la Pantera, tan sigilosa como el Fantasma y tan letal como el Asalto; por último si lo nuestro es armar ruido y caer como un martillo sobre nuestros enemigos tendremos que afinar nuestra percepción y habilidad con las armas en Asalto.
Sam es el mandamás de Fourth Echelon
La amenaza de la lista negra es letal e impredecible y para detenerla tendremos que modificar nuestra estrategia de juego sobre la marcha. Por lo que parece, la última entrega de la saga nos ofrece básicamente alguna que otra mejora en la jugabilidad y una nueva historia ya que la modificación de estilos de ataque sobre la marcha es algo de lo que ya disponemos en 'Splinter Cell: Conviction'.
Sin duda, el punto fuerte de 'Splinter Cell: Blacklist' es el argumento que por fin pone al mando de toda la organización a Fisher. Tras descubrir la trama de corrupción y terrorismo de la subdivisión de la NSA, Third Echelon, el Gobierno decide abrir una nueva agencia, Fourth Echelon, que será dirigida enteramente por Sam Fisher.