El 1 de Agosto 2018 | 14:23
A nivel estadístico puede dar la sensación de que ya no quedan grandes títulos de Xbox 360 por llegar a Xbox One mediante retrocompatibilidad. En la más pura realidad queda claro que tras esos más de 500 juegos que ya lo han hecho, aún se esconden grandes joyas por llegar. Si hace unos días era el turno de Konami y su saga 'Silent Hill' ('HD Collection' y 'Homecoming'), hoy le toca a Ubisoft y al bueno de Sam Fisher. Porque tanto 'Splinter Cell: Blacklist' como 'Splinter Cell: Double Agent' ya se encuentran disponibles para la consola de Microsoft, con todas las novedades y mejoras habituales en estos casos.
Ha llovido desde 2013
De algún modo, la comparación con 'Silent Hill' me parece bastante adecuada. Ambas sagas llevan muchos años sin dar señales de vida con nuevos videojuegos. Y, sinceramente, es una gran pena ya que hablamos de dos grandes referentes en su día y en sus respectivos géneros. El caso es que el primero de los juegos de los que hablamos hoy: 'Blacklist', es precisamente el último título de la franquicia. Un título que llegó en el ya lejano 2013 y que sin embargo no gozó del éxito comercial esperado (y no solo en comparación con entregas anteriores). Aún así, este juego -que por cierto dirigió la co-creadora de 'Assassin's Creed' Jade Raymond-, me parece un producto muy notable incluso hoy en día. Mantenía la esencia de la saga, pero apostaba por un juego de mundo abierto.
En cambio, 'Double Agent', que por muchos es en realidad la cuarta entrega numerada de la saga tras la trilogía original, fue un título que apareció justamente en la época de transición entre la primera Xbox y Xbox 360 (o entre PS2 y PS3) en 2006. Más que nada porque esta entrega llegó a tener una versión de PS2 (no salió en la Xbox original a diferencia de los tres anteriores) que, por otra parte, era ligeramente distinta a las de "nueva generación". Más allá de las diferencias, el veredicto estaba claro: fue una entrega sobresaliente. Era todo lo que conocíamos de la saga, pero más largo y complejo. Lo más diferencial, sin duda lo que daba nombre al juego: el trabajo de agente doble que realizábamos.