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La realidad virtual es de burgueses - La Zona

Las implicaciones de la realidad virtual son muchas y positivas, un nuevo marco para la industria, pero también tienen un coste potencial muy alto.

Por   29 de Febrero 2016 | 17:07

Me siento francamente mal, me siento mal porque hoy escribiendo acerca del precio de HTC Vive pensé: "A la vista de esto, Oculus no es tan caro", y, demonios, son 700 malditos euros. ¿¡Me he vuelto loco!? Afinando más, ¿estamos todos locos? Ya no sólo por gastarnos 700 euros, sino porque gastarnos 700 euros en un aparato que sirve para desconectarnos del mundo de la manera más radical que ninguna aparato previo lo ha logrado.

Habla Miyamoto, un buen señor al que hay que escuchar siempre, acerca de por qué es férreo defensor del juego de sofá, el juego en familia y amigos codo a codo. La prueba viva es que Wii U es la única plataforma que sigue dando vía libre a ese modo tristemente trasnochado de jugar. Cuando se impuso y se normalizó el juego online, el multijugador de sofá pasó a mejor vida y nuestro rasgo individualista se fortaleció firmemente: "nunca tan conectados, nunca tan solos", podría ser un buen lema para la generación pasada. Ahora, esta individualidad quiere dar un paso más allá a través de los cascos de realidad virtual, cascos que nadie necesita, nadie siente necesitar, pero que parece que pronto todos desearemos. Cascos con el único fin de abstraernos del mundo real para sumergirnos hasta las últimas consecuencias en el contexto virtual.

Pienso en Oculus, en aquel Oculus tierno del proyecto Kickstarter, y realmente era una máquina de videojuegos sobre la que nos internaríamos durante un par de horas diarias. Repugnante, pero asumible. Pienso en las palabras de Zuckerberg, aka Mr. Facebook, en el último Mobile World Congress, y estoy a medio camino entre el escepticismo, la sensación de distopía orwelliana y el terror más íntimo y absoluto que puede experimentar un hombre. Zuckerberg quiere que la tecnología VR vaya mucho más allá del videojuego, quiere que sea parada diaria para el entretenimiento, el contacto en redes... nuestra herramienta de rutina para vivir en internet.

Fuera de campo

Conozco, como todos conocemos, cómo la gente experimenta con sus teléfonos móviles. Seguro que en alguna ocasión habéis ido a tomar una cerveza con alguien, y, más que en sus ojos, habéis pasado largos minutos con la mirada clavada su coronilla mientras no cesaba de teclear en el enésimo grupo de WhatsApp cargado de Gifs apestosos. Conozco, igual que todos conocéis, la compulsividad con la que día a día tendemos a consumir e interactuar en internet. Ahora, todavía, alrededor de la pantalla del móvil existe un contexto, un fuera de campo que de vez en cuando logramos ver. La realidad virtual aplicada al uso de un móvil, básicamente lo que persigue Facebook y básicamente lo que busca Hololens, es un triunfo para los magnates de las redes sociales. Es la herramienta para erradicar ese hilo de conexión al mundo que de vez en cuando nos apartaba de la red.

De esta forma, el mundo burgués, el que se gestó con la proliferación de ciudades y ciudadanos siempre ha evolucionado en una dirección firme: la individualidad. La del individuo reflexivo y abstraído de los seres que pueblan su entorno, a través de una línea clara e insalvable línea entre tú y el de al lado. Los pilares del individualismo burgués íntimamente reflejadas en los cascos de realidad virtual. La última pieza del puzzle. Miyamoto lo ha sabido ver antes que nadie, hagamos caso a ese buen hombre.