El 7 de Marzo 2016 | 17:23
El titular de hoy es claro, y lo publicamos hace apenas unos minutos: 'Fable Legends' ha sido cancelado. Con esta cancelación también llega la previsible clausura de Lionhead Studios, el que hace no tanto era uno de los equipos principales de Microsoft. Sin embargo, leyendo y leyendo en la extensa nota oficial con la que Microsoft anuncia estos movimientos, también acudimos a la pérdida de Press Play Studios ('Max: The Curse of Brotherhood').
Este pequeño equipo de Dinamarca puede que os suene muy lejano a muchos de vosotros. Su juego más importante es, sin duda, 'Max: The Curse of Brotherhood', el título que sirvió para inaugurar el lanzamiento de Games With Gold en Xbox One. Que cierre este equipo en particular es una pérdida, desde mi óptica incluso mayor a la del cierre de Lionhead.
'Fable' es una de mis franquicias favoritas, la que me obligó allá por los 2000 a comprar una Xbox, y un nombre del que siempre he guardado un cariño especial. Sin embargo, cualquier aficionado a 'Fable' ha vivido más decepciones que alegrías, primero con el cuestionable 'Fable III', también con el ridículo 'Fable The Journey', y en último término con este giro a 'Fable Legends' que nos mantenía a la espera con la mirada desafiante. Lionhead Studios es un equipo que, para bien o para mal, hace mucho tiempo que vio pasar sus mejores días. Sin embargo, Press Play era lo opuesto, era el florecimiento de un estudio muy interesante.
Chao Press Play
'Max: The Curse of Brotherhood' es de esos pocos juegos que logran hacer con éxito lo que tantos otros firman con tropiezo: trasladarnos a una aventura de verdadero corte ochentero. Jugar a 'Max: The Curse of Brotherhood' es la reminiscencia, salvando las distancias, del tono del 'Heart of Darkness' de Éric Chahi. Más allá de que 'Max: The Curse of Brotherhood' es un juego merecedor de oportunidad para el estudio, el planteamiento de los de Dinamarca era también muy rompedor. El estudio mostraba prototipos a la comunidad, pedía feedback, votaciones... era un estudio (ya hay que hablar en pasado) que prometía cosas muy interesantes. Nunca lo sabremos.