El 18 de Noviembre 2016 | 20:14
Ahora mismo estoy jugando a un juego cuyo análisis publicaré este mismo lunes aquí en Zonared. Es algo bastante habitual en mí, ya que una parte importante del periodismo de videojuegos como especialización cultural es la crítica, aunque en este mundillo la solemos llamar cariñosamente "análisis" por aquello de no arquear cejitas, pero ese no es el tema de hoy.
La opinión más generalizada sobre este trabajo, porque me imagino que habrá que llamarlo así, es la de que se trata de un chollazo. "Joder tío, te pagan por jugar a videojuegos, menuda suerte", me suelen decir. Y no voy a mentir, ya desde pequeñito soñaba con meterme a esto por eso mismo. Lo que más me gustaba en el mundo era jugar a videojuegos y hablar de ellos, algo tenía que haber para que yo me pueda dedicar a eso. Las dos opciones eran crítico o beta tester, y como no me atrae nada la idea de estar dos horas saltando en una esquina para ver si hay algún bug, preferí lo primero.
Al César lo que es del César, disfruto mucho haciendo esto. Me parece genial dar a conocer un medio como el videojuego y ponerme a debatir sobre según qué obras y qué tienen estas que aportar, y para ello qué menos que jugar. Pero voy a tratar de desmitificar lo que comentaba antes: es muy distinto jugar a algo porque debas hacerle una crítica o un análisis, que porque realmente te apetezca. Vayamos por partes.
Diferencias
Para empezar no olvidemos que es un trabajo, y no todo depende siempre de ti. Puede que tú estés jugando a otros juegos que te encantan y que de repente en la redacción toque analizar otro título y debas encargarte tú. Ese juego se convierte ahora en tu prioridad, por lo que si no tienes demasiado tiempo libre, vas a tener que dejar aparcados los otros por este. A veces puedes decidir encargarte tú de un juego de tu libre elección y a veces no. Puede que ese título ni siquiera te suene, pero hay que apechugar con ello y seguir adelante.
Cuando toca jugar, yo siempre suelo hacer lo mismo: apunto todo lo que se me va ocurriendo en un bloc de notas para hablar de ello en el posterior análisis. Me ha pasado ya muchísimas veces eso de tener una buena idea y pensar "seguro que me acordaré", craso error. Es algo que me corta muchísimo el ritmo de un juego, la verdad, pero es necesario. Lo mejor es cuando me obsesiono con apuntar cada mínimo detalle, llenando una lista kilométrica, para luego hablar sólo de dos o tres puntos.
Una vez terminemos el juego en cuestión y veamos pasar los créditos, que es la meta mínima que yo al menos me pongo siempre, toca ponerse a escribir, como no. Y entonces, ¿de qué empiezas a hablar? ¿Cómo estructuras los temas que quieres tocar? ¿Cómo los enlazas? ¿Te vale simplemente con dividirlo por apartados según los gráficos, la jugabilidad y esas cosas, o prefieres hacer algo más? ¿Qué extensión quieres que tenga? No te pagan por jugar, sino por escribir ese análisis. Otra cosa es que para ello sea necesario jugar.
En mi caso personal, todas esas preguntas las respondo sobre la marcha. Mi única directriz son las ideas previas que he ido apuntando y, por supuesto, mi experiencia con el título. Escribir es la parte más complicada, porque no todo el mundo sabe comunicar lo que tiene que transmitir una crítica de videojuegos, por muy fácil que parezca eso de ponerse simplemente a explicar lo que has jugado y qué te ha parecido. Mi método no es el mejor, eso lo sé, pero ya iré aprendiendo.
¿Qué implican las facilidades o el trabajo?
Antes hablaba de que algunos de los mayores inconvenientes son tener que jugar a cosas que no te atraen. No es solo eso, jugar a algo que sí que te gusta para analizarlo también supone un trabajo. No estás siendo un espectador pasivo que sencillamente se sienta en el sofá y disfruta con lo que dan sin mayor consecuencia, estás realizando un esfuerzo intelectual, fijándote en todos los detalles, en qué tiene que ofrecer esa obra y cómo lo puedes expresar.
Por supuesto, si vas al clásico análisis descriptivo por apartados, es algo sencillo, porque lo único que vas a tener que hacer es explicar el juego y meter algo de valoración al final de cada epígrafe. ¿Los gráficos podrían dar más de sí? ¿Dura mucho o poco? ¿Tiene suficientes modos de juego? La buena crítica debería ofrecer bastante más, y no tratar al lector como si no supiera todo eso de antemano gracias a los trailers y previews. Una correcta interpretación de la obra en su contexto, su intencionalidad y su aportación al medio. Obviamente, es difícil hacer algo así cuando analizas, por ejemplo, un plataformas en 2D sin mayor pretensión que esa. Pero hey, ahí está el reto. El caso es que realizar una crítica de un juego debe conllevar un esfuerzo.
Y luego está el tema de las notas, claro. ¿Qué puntuación le otorgo? ¿Se merece más un 7 o un 8? Suelo tener problemas con esto, porque a veces resulta que le pongo una nota de la que estoy muy convencido a un determinado título, pero luego toca analizar otro muy diferente y le pongo la misma, ¿qué significa eso? Algo del estilo me ocurrió cuando analicé 'El Conde Lucanor' y 'Breached'. El segundo tenía 0'5 más de nota, y creo que a día de hoy no sé explicar el por qué, simplemente me pareció que debía tener esa. Tampoco soy muy amigo de estas puntuaciones, he de reconocerlo, pero si las utilizamos, hemos de poner también un cierto esfuerzo en ello. Tengo que tomar ejemplo.
Aunque las cosas como son, tampoco estoy diciendo que tengas que dar la vida en este trabajo, por favor. Creo que todos seremos conscientes de que hay muchísimas profesiones que requieren cantidades de esfuerzo bastante mayores, así que yo personalmente doy gracias y estoy muy feliz por hacer esto. Lo que quiero aclarar es que, aun así, no es ni mucho menos "te pagan por jugar" y ya, pero la clave no está en el esfuerzo que realices, sino en cómo te lo tomas.
Si te apasionan los videojuegos, vas a disfrutar con cualquier cosa que te pongan. Incluso si es el mayor truño del mundo, el mero hecho de descubrir ese universo interior suyo que constituye la forma en la que se juega o las decisiones de diseño que lo componen, debería ser suficiente. Jugar no por echar el rato, sino por curiosidad, por ver realmente de qué se trata esa cosa. Y no sería la primera vez que te toca un título que jamás habrías jugado por tu cuenta y que resulta que te acaba encantando. Admitámoslo, no es lo mismo jugar por trabajo que por placer, pero en el fondo sigue siendo igual de increíble.