El 9 de Febrero 2015 | 08:34
Esta pasada semana hemos disfrutado la beta de 'Battlefield Hardline', en lo que ha sido básicamente una puesta a prueba de los servidores de cara a su inminente lanzamiento en marzo. Sin embargo, será entonces cuando esta nueva entrega de la franquicia bélica (que en esta ocasión no es tan bélica) pase la verdadera prueba. No serán pocos los obstáculos a los que tendrá que enfrentarse Visceral Games en su debut en el género, pero hay dos por encima del resto: uno "interno" y otro procedente de una competencia más dura que nunca, como consecuencia también del primero. Vamos a explicarlo un poco más al detalle.
El lanzamiento de 'Battlefield 4'
Es prácticamente unánime, incluso entre los fans, que 'Call of Duty: Ghosts' fue un juego decepcionante. La franquicia de Activision llevaba años relajada y el año 2013, con el salto generacional, lanzó un juego que aunque ya no llevaba la etiqueta 'Modern Warfare' o 'Black Ops', seguía siendo extremadamente continuísta. En este contexto, el del estreno de una nueva generación, también llegaba al mercado 'Battlefield 4', con una comunidad importante ganada gracias al buen trabajo en la tercera entrega y con la promesa de algo más grande para los jugadores de consola: mapas de mayor tamaño y 64 jugadores por equipo, algo que en PC ya disfrutaron con 'Battlefield 3'. En definitiva, una ocasión de oro para asaltar el trono de los shooters que sin duda ostentaba 'Call of Duty'.
Pero se terminó convirtiendo en una oportunidad perdida: la mediocre campaña para un jugador tras prometer una historia con mayor impacto solo fue el principio, porque 'Battlefield 4' falló donde simplemente no podía: el multijugador. Ahí donde su rival rara vez muestra debilidades, tuvo DICE su talón de Aquiles: dificultades para encontrar partidas, lag, bugs de netcode gravísimos... Se podría decir tranquilamente que los modos online de 'Battlefield 4' han tardado meses en funcionar como es debido y varios, muchos parches mediante.
Pero aún hay más, y esto es lo peor. Tanto la desarrolladora sueca como Electronic Arts han sido acusadas de una desidia absoluta a la hora de recoger feedback, escuchar a los usuarios en los foros oficiales y aplicar esas sugerencias al juego. Tanto es así que a principios de pasado mes de enero se organizó una protesta en firme con el beneplácito, incluso la colaboración, de los administradores de sus servidores. En definitiva, la imagen de la franquicia está seriamente dañada y en estas se encuentra Visceral Games, con la misión de recuperar el prestigio perdido, y a los que se va a mirar con lupa a la hora de gestionar las posibles incidencias que pueda sufrir 'Battlefield Hardline' tras su lanzamiento.
Competencia de enjundia
Hay algo que aprecio sobremanera entre las empresas de este negocio: aprender de los errores cometidos y rectificar. Activision supo de sobra que lo que había ofrecido a los jugadores con 'Call of Duty: Ghosts' era un producto mediocre, así que encargó el desarrollo del nuevo 'COD' a una desarrolladora novata, aunque ya habían trabajado en labores de colaboración anteriormente: Sledgehammer Games. Resultado: 'Call of Duty: Advanced Warfare', un juego con una campaña individual superior a lo que nos tenían acostumbrados y un multijugador a prueba de bombas, siempre que guste su propuesta.
A eso se le llama oler la sangre de tu enemigo y aprovecharlo. 'Call of Duty' ha recuperado, si es que lo perdió alguna vez, el liderato entre los shooters online (al menos en consolas) y no tiene pinta de que su posición se tambaleé lo más mínimo. 'Battlefield Hardline' ya no coincide en fechas con 'Call of Duty', parte en desventaja y eso es un problema añadido. A esto se suma la llegada de 'Evolve', una propuesta diferente, pero un shooter competitivo, al fin y al cabo.
En resumidas cuentas, no es poco a lo que tiene que hacer frente 'Battlefield Hardline', y más concretamente, Visceral Games, que a pesar de haber hecho un buen trabajo con la franquicia 'Dead Space', siempre me han dado la sensación de estar en un segundo plano para EA. Desde luego hay algo que no se les va a perdonar: la falta de voluntad de hacer las cosas bien.