Con el relanzamiento de 'Pokémon Azul', 'Rojo' y 'Amarillo' no puedo evitar que la nostalgia se apodere de la situación. Mi combinación fue Game Boy Color junto a 'Pokémon Amarillo', un 24 de diciembre, como es habitual en estos casos, y es, de lejos, el juego al que más horas le dediqué en una consola portátil. En estos casos, lo realmente impactante es entrar al ruedo el momento adecuado. Cuando llegó esta primera generación 'Pokémon' a los comercios españoles yo era un niño de diez o doce años, y viví en primera persona toda la revolución de juego, serie, cromos, cable link...
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Sin embargo, pienso en los veinte años de franquicia, como fenómeno que fue, es y será, y pienso en todas las generaciones de chavales posteriores a la mía, y hablo con ellos, y veo que cada generación de jugadores ha tenido su "Pokémon Amarillo". Cada generación ha vivido en primera persona la revolución 'Pokémon' con los juegos correspondientes y el merchandising emparejado, porque 'Pokémon' es una de las pocas sagas que ha logrado eso: subirse a la cresta de la ola hace un par de décadas, y mantenerse impasible. Observando el fenómeno 'Pokémon' con un par de pasos de distancia, lo que tenemos es un bucle interminable que cada dos o tres años repite la pauta exacta con inexplicable éxito.
Una nueva generación, y otra, y otra, y otra, y otra
'Pokémon' se convierte así en al saga de videojuegos del ayer, también en la saga de videojuegos del hoy, pero aún más importante, es, sin duda, la saga del mañana. Con el anuncio de 'Pokémon Sun' y 'Pokémon Moon', a pesar de no haber prácticamente nada en firme sobre la mesa, el terremoto generado todavía agita réplica. Y es que desde mi punto de vista, por encima de 'Mario' o 'Zelda', la franquicia estrella de Nintendo es 'Pokémon'. Seguramente los viejos jugadores no la tenemos tan en cuenta, pero no hay otra saga de videojuegos que siga cautivando a generaciones muy dispares de jugadores de una manera tan milimétrica. El impacto de 'Pokémon' con cada nueva entrega es como el de un metrónomo: un golpe seco, constante y perpetuo.
A pesar de que los juego de 'Pokémon' llevan 20 años creciendo sobre la misma base inamovible e imperante desde esa primera generación. Lo chocante es que este movimiento nunca jamás se han puesto en tela de juicio, y vivimos en un tiempo en el que el riesgo de la cuarta entrega de 'Uncharted' es justamente estancarse. Ni siquiera 'Mario' se escapa a estas críticas, pero 'Pokémon' lo esquiva sin mayor preocupación.
Por encima de cada nueva generación de jugadores, y a pesar de que es una saga con un enfoque marcadamente infantil, el último valor de 'Pokémon' como marca es que, a pesar de que en buena medida va renovando público potencial, también mantiene una base de fans muy fiel y heterogénea que pervive generación a generación.
Por todo esto, 'Pokémon' es una rareza en muchos sentidos muy difícil de explicar, pero desde cualquier punto imposible de negar.