Un nuevo estudio científico vuelve a confirmar que no hay una relación directa entre videojuegos y comportamientos agresivos. Un equipo de investigadores de la Universidad de Nueva York ha llevado a cabo un experimento para comprobar los niveles de impacto que tienen los videojuegos en los individuos y si eso afecta a su forma de actuar y de relacionarse con el resto de personas. En la prueba participaron unas 3.000 personas mayores de edad.
No hay causalidad
Han sido muchas las ocasiones en las que los medios de comunicación han relacionado los videojuegos con diversas conductas agresivas y puntuales que se han saldado con varias víctimas. Al mismo tiempo, han sido muchos los estudios y experimentos que han probado que estas dos vertientes no están relacionadas. La Universidad de Nueva York se suma a esta corriente y demuestra, de nuevo, que los videojuegos no vuelven violentos a los jugadores.
Un grupo de científicos de este centro ha elaborado una prueba con más de 3.000 personas que han sido expuestas a diferentes géneros de videojuegos. Divididos en diferentes grupos, cada uno de los experimentos buscaba encontrar una relación directa entre la experiencia con los videojuegos y la vida real. Algunos de los participantes fueron expuestos a juegos de gran realismo con físicas rolldog (que imitan más fielmente el movimiento del cuerpo ante un impacto) y otros con gráficas menos realistas. Tras esto, se les pidió hacer algunos puzles con palabras y entre el vocabulario usado por ambos grupos no se encontraban palabras que evidenciaran un nivel alto de agresividad. Se usaron juegos de lucha y de guerra táctica para comprobar estos comportamientos.
Las conclusiones a las que llegaron el Dr. Zendle y su equipo indican que no hay una conexión directa entre los videojuegos y la violencia:
"Encontramos que la imprimación de conceptos violentos, medida en base a la cantidad de ellos que aparecían en los ejercicios de palabras, no era detectable. No había diferencia entre los que jugaron a los títulos con físicas ragdoll y los que no. De la misma manera, tampoco hubo una diferencia significativa entre los que se enfrentaron a los juegos con soldados reales y los de los irreales[...] Los resultados sugieren que no hay una conexión entre ese tipo de realismo en los juegos y los efectos que se supone que tienen en sus jugadores".
Zendle reconoce, también, que ahora hay que seguir investigando otros aspectos de ese realismo y cómo afectarían a los usuarios aspectos como la tortura, por ejemplo. También indica que el estudio se ha realizado sobre adultos y que sería necesario aplicarlo sobre los jóvenes para ver si se evidencian algún tipo de efecto diferente.