CULTURA

Érase una vez, el videojuego hecho cuento

Por qué no son necesarios los premios en los videojuegos y por qué deben desmarcarse de otras vertientes artísticas.

Por Álex Pareja 18 de Enero 2015 | 10:03

Hace unos días podíamos leer en las líneas de esta misma web lo que mis compañeros de la Editorial opinaban sobre el reconocimiento cultural al videojuego y la necesidad de que nuestra industria contara con sus propios Globos de Oro (o inserta el nombre de cualquier otro premio importante que englobe otras vertientes artísticas). Estoy de acuerdo en algunos puntos, pero bastante alejado de su sentir en otros.

Para ser directo y conciso: no veo directamente necesario que el videojuego tenga una ceremonia de premios de estas características. De hecho, dudo que de aquí a poco tiempo vaya a contar con algo similar. Y eso, queridos lectores, no es en absoluto algo negativo. Para mí, al contrario, es algo de lo que deberíamos sentirnos orgullosos.

Es normal comparar al videojuego con otras artes como el cine o la música, culturalmente mucho más reconocidas o respetadas por la inmensa mayoría del grueso del público. Pero eso es un hecho normal teniendo en cuenta la edad con la que cuenta la industria del videojuego (a la que podríamos considerar todavía un pre adolescente que empieza a tener síntomas de pavo) con la de la música o el cine, que ya tienen pelos en todas las partes de su cuerpo y han vivido más de lo que nuestro amigo pre pavo puede ni siquiera imaginar todavía.

Pero hay algo que no solemos tener en cuenta. Para mí, lo más importante. El videojuego bebe de manera exponencial del cine y de la música e incluso, evidentemente, son artes que forman parte del conjunto de una obra, pero añaden algo que es imposible dilucidar en cualquier otro movimiento cultural: la interactividad. Hacernos sentir parte de un todo, es algo que ni el cine es capaz de lograr, siendo meros espectadores de una acción que jamás va a cambiar por muchas veces que la volvemos a revivir.

Encontremos nuestro propio camino

'The Last Of Us', en su concepción narrativa, no tiene nada que envidiar a cualquier producción de cine. De hecho, esa concepción está basada en la interactividad del jugador que se sitúa a los mandos de la consola y va sintiendo, al igual que Joel, un vínculo cada vez más fuerte con Ellie. Esa es la base en la que se va cimentando el resto de la historia. ¿Sería el cine capaz de hacer algo parecido? ¿Sentiríamos lo mismo simplemente viendo como Joel salva a Ellie de las garras de un chasqueador? Creo que si no formáramos parte de la acción, por muy buen guión que fueran capaces de escribir, la experiencia no podría ni llegar a asemejarse.

Hace poco he podido disfrutar de 'Child Of Light', y la experiencia personal ha sido parecida y a la vez diferente de lo expuesto con el título de Naughty Dog. Jamás pensaba que un cuento iba a gustarme tanto. Jamás pensaba que una historia que tiene más de infantil que de adulto iba a conseguir enamorarme con sus mecánicas narrativas y su maravilloso estilo artístico. 'Child of Light' me narra un cuento hermoso en forma de prosa cada vez que enciendo la consola, y además, me hace sentir parte de ese bonito mundo que me abstrae durante unos minutos de la realidad. Y eso, de nuevo, es algo imposible de sentir en otros artes.

¿De verdad necesitamos situarnos a la misma altura que el cine? ¿De verdad necesitamos unos premios que, por muy importantes que sean, van a seguir siendo subjetivos y jamás van a conseguir estar a favor de todo el público? Lo necesario es desmarcarnos totalmente de eso, crear nuestro propio sendero. Y que sea diferente, porque nuestro arte lo es. Prefiero que me sigan contando cuentos a tener una gala de premios. Prefiero ser yo mismo quien otorgue galardones personales a los títulos. No necesito que nadie forme parte de mi cuento.

En esta noticia

The Last of Us

Child of Light