El 16 de Junio 2016 | 13:19
Entiendo que Xbox Scorpio es un proyecto interesante porque Xbox One es una consola heredada de una filosofía muy diferente a la que en la actualidad tiene el equipo de Microsoft. Entiendo que Microsoft, como dueña de Windows, tenga la firme intención de aprovechar el terreno del juego en ordenador. Entiendo que lanzar una generación cada cinco años es un negocio muy arriesgado, en el que te lo juegas todo a una sola carta, y entiendo que Xbox Scorpio es una puerta abierta al futuro de Microsoft en el terreno del videojuego doméstico. Entiendo todo esto, pero no tengo la obligación, ni la necesidad, ni la legitimidad de compartirlo. La lógica es poliédrica, tiene varios planos y puntos de vista, y si bien desde la perspectiva de la compañía, Scorpio es un movimiento razonable, incluso inteligente, desde el lado del jugador de videojuegos, la óptica se enturbia. Por suerte, un periodista de videojuegos se debe a los lectores, y la perspectiva que tengo es la misma que la vuestra, la del que disfruta jugando a videojuegos, y desde nuestra óptica, al menos desde la mía, Xbox Scorpio es muy poco interesante.
Está claro que uno de los pocos atractivos que les quedaban a las videoconsolas hoy día era el hecho fundamental de ser un hardware que se renovaba cada cuatro o cinco años. Una inversión moderada garantiza jugar en equidad de condiciones respecto a otros usuarios durante todo un ciclo. Lo fundamental de esto es que si un juego no funciona correctamente en una videoconsola actual es siempre responsabilidad del desarrollador, que no ha hecho bien su trabajo, pero en un panorama en el que existe PS4 Neo o Scorpio, igual que sucede en el PC, la pobre ejecución de un juego puede ser una responsabilidad del desarrollador, pero también puede ser responsabilidad del usuario que tiene la versión pobre del hardware. Parece un absurdo, parece un elemento de poca importancia, pero esta es la piedra angular sobre la que gira la psicología del negocio de la actualización tecnológica, y esta es la manera de crear jugadores de primera y jugadores de segunda en una misma plataforma, en una misma marca. Algo tremendamente injusto.
Tratar el mundo del PC con terminología de consolas es lo que lleva a la confusión
La excusa de la potencia tecnológica es pobre, o más que pobre, está descontextualizada. El usuario que verdaderamente persigue la potencia hoy tiene la suerte de que el PC es una plataforma de juego principal, por lo que el motivo de jugar en consola es en estos momentos otro. Poner cara a cara la potencia de una PS4 y una Xbox One sí tiene sentido, porque luchan la misma batalla, pero los 6 teraflops de Xbox Scorpio dicen verdaderamente poco al jugador de consola tradicional, que lo que está es asqueado viendo cómo Xbox trata de acelerar el ciclo generacional actual por motivos obvios.
Las actualizaciones de hardware han llegado al mundo de las videoconsolas, y este hobby, ya caro de por sí, ahora lo será innecesariamente más. La ruptura de generaciones de la que habla Phil Spencer tiene una conclusión evidente: una ruptura con el concepto de plataformas pero no la de la actualización de hardware. Xbox jamás volverá a hacer software propietario para una videoconsola en particular, sus videojuegos simplemente serán "juegos de Xbox", es decir, juegos de ordenador. Las plataformas con sus juegos exclusivos ya no tienen cabida, y esto es una buena noticia, pero esta buena noticia viene acompañada de actualizaciones de hardware constantes, porque Xbox Scorpio sólo es el primer paso entre una enorme retahíla de modelos cada vez mejores que se irán comercializando cada pequeños ciclos.
Al final, creo que el desconcierto con Xbox Scorpio se debe a que estamos tratando el mercado de PC con terminología de consolas. Lo que propone Xbox es entrar de lleno en el juego en ordenador, con todo lo que ello implica, y Xbox Scorpio es su "PC para jugar", su "Steam Machine" particular. A partir de aquí, sí, las consolas han muerto y no porque el jugador de consolas sea algo que haya reclamado. Esta es simplemente una decisión de mujeres y hombres de negocios.