Después del terrible tiroteo que se produjo en el instituto Marjory Stoneman en Parkland, Florida, que se cobró la vida de 17 estudiantes, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, decidió tomar medidas a su manera y reunirse con importantes representantes de la industria del videojuego para solucionar el problema de la violencia de las armas. Ya se conocía que el presidente de la ESA (Asociación del Software de Entretenimiento), Michael Gallagher, iba a asistir a la reunión, y ahora sabemos dos nombres más gracias a las fuentes del Washington Post: Robert Altman, CEO de ZeniMax, y Strauss Zelnick, CEO de Take Two Interactive.
Se prevé que no será una reunión tranquila, ya que frente a ellos tendrán a algunos de los mayores críticos de los videojuegos, como Brent Bozell, fundador del Consejo de Padres de Televisión, y la republicana Vicky Hartzler. Ambos pidieron medidas contra los medios violentos (en lugar de restricciones en las armas) después de la masacre de la escuela de Sandy Hook en 2012. "De alguna manera, los demócratas se centran únicamente en el mal inherente de una pistola casi como si se disparara sola mientras niegan que nuestros violentos medios tienen influencias sobre los tiradores de menos de 21 años", escribía Bozell después de aquella tragedia.
Enfrentamiento dialéctico
El argumentario de la ESA deja claro que no existe una conexión entre los videojuegos violentos y las actitudes violentas. "Culpar a los videojuegos de la violencia en el mundo real no es más productivo que culpar a los informativos por introducir crímenes violentos en nuestras cosas todas las noches", se lee en su material online.
El discurso de los contrarios a modificar las leyes armamentísticas en Estados Unidos también está claro y es inamovible. Hartzler escribía en 2013 que "prohibir las armas no es la respuesta para prevenir la violencia, al igual que prohibir los coches no sería la respuesta para prevenir las muertes en los accidentes de coches".