Fue en verano del año pasado cuando 'The Stomping Land' ya daba sus primeras señales de resultar una catástrofe más de los quiero y no puedo que se lanzan en Kickstarter, debido a que Steam retiró temporalmente el juego de sus listados de venta. Poco tiempo después el juego volvería a aparecer, pero ya no fue el mismo.
Según informaba PC Gamer, Vlad Konstantinov, artista 3D del juego, informaba de una triste y dura realidad. Según afirma, lleva meses intentando ponerse en contacto con Alex "Jig" Fundora, creador de 'The Stomping Land', sin éxito. De modo que no solo se marchó hace tiempo, motivo que no gustó a Valve y por el cual se retiró el juego temporalmente, sino que el estudio restante no se ha podido hacer cargo del trabajo. Es más, Konstantinov asegura que Fundora no ha pagado ciertos gastos de la producción, y el artista digital tendrá que hacerse cargo con el dinero de su propio bolsillo.
"Si su silencio continúa, cesaré mi participación en TSL y tomaré las medidas necesarias para cubrir mis gastos", declara decepcionado. Actualmente se encuentra trabajando en el desarrollo de otro juego de estilo y temática similar, 'Beasts of Prey'.
El juego es un sandbox de supervivencia en un mundo plagado de mortíferos dinosaurios. Su proyecto en Kickstarter recaudó 114.000 dólares, que ahora los fundadores reclaman de vuelta. Algunos pusieron incluso 90 dólares para apoyar en desarrollo de este juego y apelan al buen hacer de Kickstarter para que se encarguen de arreglar este desaguisado y por lo menos devuelvan el dinero a las personas que con toda razón se sienten engañadas.
Y el cebo sigue puesto
Para más inri, el juego se encuentra todavía a la venta en Steam por nada menos que 23 euros, a pesar de que su desarrollo no va a ir a ninguna parte. De hecho, ya hay algunos comentarios en el perfil del juego que avisan a los incautos para que no compren el juego.
Es una triste historia de tantas y tantas que ilustran los peligros de esta clase de proyectos e iniciativas. Muchos no tienen el compromiso necesario para terminar proyectos de esta índole, que ya de por sí resultan escabrosos al pedir dinero porque la gente haga de betatester en lugar de pagarles a ellos, como solía ser lo normal. Y a pesar de que ese flujo de dinero ha cambiado, muchos son los proyectos que se van al traste, haciendo que la gente tenga cada vez menos fe en esta clase de ideas.