Hace unos días compartía en "La Zona" mi satisfacción por todos los hechos acontecidos a lo largo de mi trepidante aventura por el reino de Lothric, ya que me parece que desde From Software han hecho un trabajo excelso cuidando hasta el más mínimo detalle algo que disfrutarán sobre todo los fans de la franquicia.
Hoy, sin embargo, y a pesar de que 'Dark Souls III' va a ser en parte protagonista de esta columna, el texto no va estar centrado en lo que el juego nos presenta "técnicamente", si no en la vorágine de sensaciones que uno vive a lo largo de todo el juego, algo que va cambiando a medida que le echas horas al juego.
Pues bien, a lo largo de las horas que nos pasamos recorriendo todas y cada una de las distintas zonas, iremos viendo cómo crece nuestra satisfacción al descubrir una nueva área, enfrentarnos a nuevos enemigos o conseguir llegar a ese objeto que vemos brillar y que considerábamos inalcanzable hace unos minutos.
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Estos son pequeños momentos gratificantes que no tienen nada que ver con esa fantástica sensación de encontrar una hoguera cuando vas realmente escaso de vida y con una pila de almas encima después de un buen rato pateando un área determinada.
Esto choca con ese momento de incredulidad o impotencia que sentimos al ver que nuestro personaje esta "físicamente" perfecto, pero nos cruzamos con un enemigo que parece ser de medio pelo hasta que combina un set de movimientos inesperados que nos acaba dejando con la cara de WTF. Algo que sin duda se potencia en los combates contra los jefes finales cuando estos se transforman y se vuelven más agresivos.
Pero en este caso particular, 'Dark Souls III' nos permitirá vivir unos momentos mágicos que muchos fans no podrán olvidar nunca más. Sin duda, a más de uno se le caerá una lagrimita al recorrer de arriba a bajo determinadas zonas y encontrarse previamente con viejos conocidos. Precisamente son detalles como estos los que hacen que esta tercera entrega este un paso por encima del resto de entregas desarrolladas por la compañía japonesa.
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Luego más allá de estas sensaciones, están esos sentimientos de frustración que muchos jugadores sienten al ponerse a los mandos para disfrutar de una aventura de tal calibre. Lo cierto es que siempre he pensado que es un poco absurdo tener esa sensación de frustración por el simple hecho de morir en un videojuego, pero también es verdad que al final no se muere tanto como se puede uno imaginar, ya que acabas conociendo bien las mecánicas y salvo algún que otro boss que pueda poner a prueba tu paciencia es una experiencia que vale la pena "vivir" pero por encima de todo disfrutar.
Además, lo cierto es que después de la tensión acumulada que tienes cuando uno se enfrenta a un enemigo duro de pelar y acaba destrozándolo, es una sensación de paz y satisfacción increíble que muy pocos juegos consiguen hacer sentir. Y lo cierto es que esta es una de las razones que hace de la experiencia 'Dark Souls' algo diferente a todo lo que hay en el mercado.
Así que, desde estas líneas yo os invito a que os arméis de paciencia y le deis una oportunidad a la saga. Como ejemplo, os contaré que al primer juego que jugué de este estilo morí incontables veces al principio, aunque posteriormente el juego no fue ni la mitad de lo complicado que hacía prever ese inicio titubeante, pensé que no eran juegos para mí, sin embargo, a día de hoy me alegro muchísimo de no haber tirado la toalla.