Estamos ante una crisis social y política en la que los valores éticos se han ido degenerando en pos de unos valores económicos que se encargan de hacer que nuestra vida vaya, cada vez más, cuesta arriba. La sociedad en la que nos ha tocado sobrevivir (denominar a esto vivir es pecar de amabilidad) es el mundo de la cantidad, no de la calidad. Vales por lo que tienes, y muchas veces ni eso.
Un amor emponzoñado
Hoy nos hemos despertado con la noticia de que los traductores de español de Steam, la plataforma por todos conocida de Valve, se han puesto en huelga. Yo me pregunto: ¿huelga de qué y por qué, señores míos?
Por un lado, tenemos un grupo de personas que deciden voluntariamente prestar un servicio a Steam no remunerado (que traducido al castellano significa "por amor al arte"). Es tan sencillo como pedir colaboración en la plataforma que la compañía tiene a disposición de todo el mundo, Steam Translation Server, y ¡listo! Ya eres traductor de la empresa Valve. Sin contrato. Sin exigencias. Solos tú y la herramienta de traducción. Fácil, rápido y, literalmente, para toda la familia dado que cualquier persona puede aportar su granito de arena. Con todo lo que esto conlleva.
Por otro lado, tenemos una de los imperios videojueguiles más grandes de todos los tiempos, como es la empresa de Gabe Newell, ofreciendo a los usuarios la posibilidad de trabajar para ellos por el maldito amor al arte. Yo me vuelvo a preguntar: ¿es esto ético? ¿Cómo es posible que una empresa que ganó el año pasado 740 millones de dólares en beneficio neto haga estas triquiñuelas dignas del explotador de confianza de tu barrio?
Otra pregunta, quizás la más importante: ¿por qué le permitimos que haga esto? Si nos paramos a pensar un momento, con la mente fría de un empresario al que solo le importan los ingresos a final de año, les estamos regalando el pan. Si un grupo de gente, cuya actitud no deja de ser loable, pero que peca de ingenua, se ofrece a hacer un trabajo sin remunerar: ¿qué poder de exigencia pretenden tener sobre la empresa? Nadie les obligó a trabajar gratis. Valve no ha ido tras ellos a punta de pistola para que colaboraran. Fue un acto altruista y voluntario por parte de unos aficionados a los videojuegos. En este sentido, ¿por qué ahora creen que es necesario cobrar por su trabajo y no antes?
El mercado, niños y niñas, se aprovecha de nuestro buen hacer. Esta situación no es más que el reflejo de lo que está pasando en todos los niveles en la sociedad actual. Y somos nosotros mismos, los ciudadanos, los que debemos ponerle freno. Nadie lo va a hacer por nosotros y esos nadie, van a seguir mercadeando con nuestras capacidades y habilidades. Si ni siquiera nosotros nos ponemos precio (y, por favor, dejemos de lado las falsas modestias), si no damos un paso al frente y nos damos a valer, ¿en serio pretendemos que lo haga por nosotros un empresario? No seamos ingenuos, que este mundo es muy viejo.
Por todo esto, y aun a riesgo de que este texto quede impregnado de preguntas, vuelvo a la cuestión: ¿huelga de qué? Es el colectivo de traductores, aquellos que de verdad y aun teniendo un contrato y una formación, quienes tendrían que denunciar estas prácticas por parte de unos usuarios que le acomodan el sitio a la precariedad laboral.
Nos estamos poniendo zancadillas los unos a los otros, y ni siquiera nos estamos dando cuenta. ¿Hasta qué punto la perversión del sistema no es obra nuestra? Dejemos, entonces, el amor al arte para los museos y en lo laboral, olvidémonos de las mariposas en el estómago.