El 13 de Octubre 2015 | 18:55
La historia que os venimos a contar hoy viene de lejos, y se remonta a ocho años atrás. Por aquel entonces, un lector de la revista digital 'Kotaku', de nombre 'Daniel', envió a los integrantes de la revista un vídeo de 'YouTube' que acabaría dando mucho de que hablar. En él, el chaval se colaba en el viejo cuartel general de Nintendo en Kyoto, o dicho de otro modo, en uno de los edificios más emblemáticos de nuestro sector, cuya privacidad hoy en día sigue a la orden del día, hasta el punto de que no está permitida la entrada al público general. Aunque en su momento 'YouTube' decidió quitar el vídeo, porque el chico había usado etiquetas de 'Stephen Colbert' (un actor, escritor y cómico estadounidense), lo cierto es que 'Daniel' había puesto esas etiquetas como algo más bien simbólico y humorístico. Aún así, lo cierto es que el vídeo había desaparecido totalmente del mapa... ¡hasta ahora!
Y sinceramente es una grata noticia, porque según los chicos de 'Kotaku', incluso el post original que ellos publicaron en su momento había desaparecido. Y ahora han decidido rescatarlo aprovechando que 'Daniel', ha vuelto a publicar el vídeo en 'YouTube'. Debajo de estas líneas, tú mismo podrás echarle un vistazo, y ya te aseguramos que no tiene ningún desperdicio. No solamente por el carácter "prohibitivo" que desprende, sino sobre todo por lo surrealista de alguna de las situaciones que se producen. Son poco más de 5 minutos, pero te aseguramos que son 5 minutos muy diferentes a lo que estás acostumbrado a ver en este sector, y sobre todo son 5 minutos que no vas a borrar de tu retina en mucho tiempo. Esperemos por lo menos que esta vez el vídeo no sea retirado. Por lo que parece, 'Daniel' no enfadó ni a los trabajadores de Nintendo; más bien todo lo contrario.
El corazón de Nintendo
Lo primero que ya impresiona, es la espectacular placa de la entrada, que demuestra que en estos más de 100 años de historia, la compañía nipona no empezó precisamente desarrollando videojuegos, sino más bien cartas de juego. Una vez dentro, 'Daniel' toma una vista en primera persona (a lo 'Metroid Prime'), y nos muestra un escenario que no parece ser exactamente lo que debería ser, pero que ya nos hace intuir que algo grande esconde dentro. Y justo entonces, aparece el primer inconveniente: lo que parece ser una trabajadora de la compañía irrumpe en la sala para alucinar con la presencia inesperada de aquel extraño. Entre que uno no habla japonés y la otra no entiende el inglés (aunque se defiende un poco, por lo menos) la situación se torna un tanto curiosa, pero algo queda claro: no puede estar ahí, y mucho menos tirar fotos.
Sin embargo, hay algo que parece indiscutible. Y es que más allá de que no sea muy "lícito" que 'Daniel' esté deambulando por ahí, a la mujer nipona no le disgusta del todo el tono de admiración que este adopta ante la importancia del lugar, y accede a enseñarle la colección de cartas que ahí dentro está expuesta. Y encima lo hace con todo lujo de detalles. Tantos detalles, que llega incluso a enseñarle las cartas hechas expresamente en motivo del presidente de Nintendo ('Hiroshi Yamauchi' en aquel momento). Entre todo, se escucha el asombro de algún otro trabajador que alucina con la presencia de aquel chico (imaginamos que la mujer tuvo que dar explicaciones después).
No pudo llegar más lejos, pero el trofeo ya lo había conseguido, e incluso se lo habían reconocido: él era el primero y hasta entonces el último hombre que había llegado a entrar ahí, porque realmente estaba totalmente prohibido. Sin duda una gran experiencia, el poder ver por dentro (aunque solo fueran retazos), el edificio más antiguo de la historia de Nintendo. Si no has tenido suficiente con eso, quizá sea una buena idea que sigas al autor del vídeo en 'Twitter', ya que podemos decir que esa no es la única "locura" que ha hecho. Su amor por el mundo de los videojuegos le puede, y es un tipo muy a tener en cuenta. Seguramente tras ver el vídeo habréis pensado igual que un servidor: si hubiera sido yo el que entró ahí, me hubieran echado a la de tres, ¿verdad?