Bioware, una de las desarrolladoras referentes si hablamos de título de rol con un marcado corte occidental, lanzaba al mercado en 2009 'Dragon Age Origins', la primera entrega de una franquicia que ha llegado a estar considerada como la sucesora espiritual de la mítica 'Baldur's Gate', también desarrollada por el mismo estudio, que con esta primera piedra de la franquicia para PC, PlayStation 3 y Xbox 360 sentaba unas bases jugables que posteriormente, con cada nueva entrega, han sufrido diversos cambios que han tenido recepciones variables entre el público.
Con 'Origins' Bioware volvía a demostrar que se mantenía al nivel de sus grandes obras del pasado. En este primer acercamiento de la saga podíamos crear nuestro personaje de cero, eligiendo por supuesto la raza a la que queramos que pertenezca, siendo esta una de las elecciones más importantes, pues la historia se personaliza para cada una de ellas, abriendo así un abanico de posibilidades que pocas veces se veía en un título del estilo.
Dependiendo de nuestra raza y nuestras habilidades comenzábamos nuestro deambular por el mundo en una localización distinta, en un momento de la historia distinto, y aunque todos llegaban a un punto en común que servía como nexo, nuestras decisiones en el desarrollo de la aventura nos marcaban distintos finales a descubrir.
Esta entrega fue muy bien recibida y dió alas al estudio para desarrollar su secuela directa, que llegaba al mercado en 2011 tras contar con una expansión el año antes para el original.
Todo el mundo esperaba que los elementos ya vistos en la primera entrega se potenciaran en ésta, algo que Bioware realizó sin muchos problemas, pero por el camino también incorporó algunas novedades que no terminaron de gustar a un gran sector del público, como un editor de personajes mucho más acotado que en su predecesor, en parte, para encajar la creación del usuario en la narrativa de esta secuela de forma eficiente.
Tres años después, con la octava generación de consolas ya entre los usuarios, el mercado recibía 'Dragon Age Inquisition', que venía a intentar arreglar todos los inconvenientes que la segunda entrega de la franquicia había dejado entre los fans, como un diseño de mazmorras y un sistema de combates simplificados casi a la par que el mencionado editor de personajes.
La tercera entrega rompía con el planteamiento de los dos títulos previos y nos ofrecía un desarrollo a través del concepto de mundo abierto, un género que comenzaba a contar con muchas propuestas desde diferentes ámbitos en la época. También se rompía con lo visto en la primera entrega de partir con puntos de la historia personalizados para cada raza y clase. En esta entrega todos partían del mismo punto.
La historia tampoco termina de alcanzar las cotas del original y, aunque intentaba corregir muchos de los defectos arrastrados en la segunda entrega, volvía a generar otros distintos que se perfilan en 'Dragon Age 4', un título previsto para 2019 como título exclusivo de la octava generación de consolas y PC, que vió nacer una franquicia que podía haber marcado un nuevo hito tal y como en su momento realizó 'Baldur's Gate'.
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