El 13 de Noviembre 2018 | 19:50
Stan Lee no es un nombre que puedas ignorar. Cuando la tarde del 12 de noviembre llegó a mis oídos su muerte una parte de mí se fue con él. No era una total sorpresa: muchos temíamos que llegara el momento de un segundo a otro, e incluso sé de compañeros que llevaban con la noticia preparada en el cajón desde hacía tiempo. Stan Lee se nos ha ido con 95 años de edad, y creo que muchos no entienden el valor que hemos perdido con él.
Un nombre de leyenda
Siempre he dicho que yo empecé a leer comics de forma poco peculiar: no lo hice con guionistas modernos y la última moda, sino que coleccioné tomos de los años 60 y 70 de Marvel Comics. Spider-Man, Los Cuatro Fantásticos, Daredevil, El Increíble Hulk... Dediqué gran parte de mi infancia y adolescencia leyendo las apasionantes y curiosas aventuras de toda una amalgama de héroes que me enseñaban, día tras día, que podía ser mejor. No estaba solo, en cierto sentido: podía ver lo que se asemejaban ellos a mí. Sus motivaciones, complicaciones y problemas sociales o económicos. Todo estaba ahí. Todo reunido por un mismo nombre: Stan Lee.
Veréis, lo que hizo grande a esta figura no fue la creación de algunos de los héroes más populares del momento actual, sino que les otorgó humanidad. Los superhéroes hasta su llegada eran o bien un divertimento para perder el rato o publicidad oculta de la guerra o la caza de brujas. Poco importaba la persona debajo de la máscara, pues lo que la gente quería era el icono, el ser superior que dijese qué debíamos hacer. Él se opuso a eso. Miró a grandes héroes como Capitán América y se preguntó: ¿qué hace grande a Steve Rogers, su escudo o sus conflictos internos? De ahí la muerte de Bucky Burnes. De ahí el mensaje de responsabilidad a Peter Parker, o la llamada al deber de Tony Stark tras ver la realidad de la guerra. Los héroes son personas, como tú y como yo, no seres divinos intocables.
En 'Fantastic Four #9' recuerdo cómo los héroes cogían un cómic de superhéroes y se lamentaban de cómo su vida no se podía parecer a la de ellos, donde no debían preocuparse por cuestiones económicas. Los X-Men siempre tuvieron problemas para ser aceptados por la sociedad y debían ocultarse como personas normales, algo con lo que muchos podríamos sentirnos identificados. ¿Y qué hay de Peter Parker, que debía cuidar a su enfermiza tía? En 'Amazing Spider-Man #31' debía decidirse sobre si hacerle una transfusión de sangre, pero la radioactividad de su cuerpo le podría afectar negativamente y era algo que no podía revelar a nadie. ¿No nos hemos sentido frustrados y forzados en situaciones así, en las que teníamos todo en nuestra contra?
Todas estas cuestiones eran cosas que en los años sesenta ni siquiera se planteaban sobre la mesa. Los comics tenían mala fama de por sí, algo contra lo que Lee luchó toda su vida. Pero si hay un cómic que pudo haber influenciado a miles de personas más que ningún otro, ese es 'Amazing Spider-Man #50'. Es fácil tirar la toalla, dejarlo todo de lado y que cargue otro con la responsabilidad. Estoy seguro de que el propio Stan pensó en hacerlo muchas veces cada vez que era criticado por su trabajo. Pero nos enseñó a todos que podíamos y debíamos superar esas cuestiones, imponernos a ellas. Podemos ser mejores. Porque él jamás se rindió.
Ha vivido hasta los 95 años. Ha salvado Marvel Comics, creado un legado que nadie jamás podrá igualar en la historia del medio. Superó la muerte de su mujer, las críticas, los problemas de dinero y el estrés como editor jefe. Y lo más asombroso es que siempre continuó sonriendo. Hasta en los peores momentos, su risa y su animada voz han estado en películas, videojuegos, series... Aún le puedo oír cuando cojo uno de mis comics. Aún escucho su optimismo y me anima a seguir, incluso en los momentos más oscuros. Eso sólo puede hacerlo un auténtico héroe.
Stan Lee no es sólo un nombre de leyenda, uno para los anales de la Historia o el cameo gracioso de turno. Stan Lee ha sido mi inspiración, mi ídolo y el abuelo que nunca tuve. Y por todo ese esfuerzo, por no rendirte nunca y enseñarnos a mí y a muchos cómo ser mejores, gracias. Has hecho de este mundo un lugar mejor.
¡Excelsior!