Ha vuelto a ocurrir. A unos meses de comenzar el rodaje, un filme de 'Star Wars' se ha quedado sin director. Nos referimos por supuesto a Colin Trevorrow y su abandono del proyecto (o despido) de la novena película de la saga numerada de la saga, que se produce muy poco después de que se cancele sentar en la silla de dirección a Phil Lord y Chris Miller para el spin-off de 'Han Solo'. Sí, el cine está lleno de circunstancias adversas desde sus inicios, pero esto no es lo más usual ni natural. ¿Qué está ocurriendo? ¿Qué distingue la situación actual de cuando se grabasen los episodios previos? A opinión (y sólo opinión) de quien escribe, se puede resumir en una palabra: Disney.
Desde el momento en el que el gigante americano se hiciese con Lucasfilm, el universo de Star Wars se tambaleó respecto a los planes que cualquiera de sus directores podían tener sobre él. Y la prueba de ello la podemos encontrar en que la situación de 'Star Wars' ha tenido también su reflejo en otra de las ahora propiedades de la empresa de Mickey Mouse: Marvel. ¿Habéis oído hablar del futuro filme de 'Venom', verdad? La idea de pertenecer a la marca de La Casa de las Ideas (nombre original con el que se conocía a Marvel por estos lares en el pasado) pero apoyarse en Sony Pictures, Columbia Pictures y que sea un filme independiente respecto al resto del "Universo cinematográfico de Marvel" les ha valido para enfocar el personaje de una forma abismalmente diferente: como un ser terrorífico. Un argumento que gira de lo heroico al horror mezclado con la ciencia ficción.
La mano de Disney
¿A qué nos referimos? A que Disney es una gran empresa pero en general ofrece filmes cuya característica principal es la de ser para toda la familia, o al menos exentos de violencia en general. Ojo, no significa que un servidor vea esto como algo negativo: está muy bien no requerir violencia para llevar a cabo una gran película; más aún cuando ya segunda trilogía (los episodios I, II y III) de 'Star Wars' era bastante desenfadada en lo que a violencia se refiere exceptuando momentos del tercer filme; pero es innegable que La Guerra de las Galaxias cuenta con una vertiente seria, más en contacto con los primeros filmes, en la que el Lado Oscuro ocupa un lugar predominante, las batallas a gran escala también; la lucha a muerte entre los Jedi y los Sith.
Uno de los elementos que más llaman la atención en los filmes recientes, tanto de Marvel como de la saga de George Lucas, es que se ha recurrido al humor como un elemento conductor para el argumento de buena parte de las producciones; basta leer cualquier cómic original (véase el conjunto en que se inspiran para Guerra Civil) para ser conscientes de que los enfrentamientos entre héroes y mutantes en general es una guerra con todas las letras, en lugar de una escaramuza casi amistosa en la que hay tiempo para parar, bromear y las presentaciones pertinentes ofrecidas en mitad de estar dándose mamporros. Y con esto tampoco nos referimos a que los personajes originales no sean cómicos por naturaleza, algunos de ellos como Tony Stark lo son, sí. Pero no tanto... y no siempre.
El "buen rollo" y la deshumanización del conflicto, la dulcificación de un enfrentamiento y la búsqueda de la aprobación por parte de los padres/tutores para que quien entre en la sala de cine no sean dos sino tres, cuatro o cinco personas gracias a la inclusión de la descendencia es algo que forma parte del estilo Disney, da igual si vemos a Nicolas Cage en 'La Búsqueda' o Johnny Depp en 'Piratas del Caribe': siempre se va a optar por un conflicto en el que la violencia y en general los peores aspectos del ser humano se excluyen. Y sí, probablemente Colin Trevorrow, al igual que Phil Lord y Chris Miller tenían ideas para que los próximos filmes de Star Wars "apretasen" en dirección al lado oscuro, algo bastante plausible tratándose especialmente la novena del cierre de otra trilogía que ya de por sí apunta en 'Los Últimos Jedi' al endurecimiento del poder en el lado imperial con esas letras rojas sobre el fondo oscuro. Pero aspirar a ello puede ser tan en vano como fantasear con un 'The Legend of Zelda' en el que luchar contra seres capaces de sangrar y en una guerra seria contra Hyrule (conste, dicho por parte de un fan absoluto de la saga de Link y la princesa Zelda).
Dicho sea antes de finalizar esta reflexión: esto no es un intento de crítica a Disney. A todos nos encanta, y quien escribe se reconoce fan de los filmes de la productora desde que era un crío. Sin embargo, las limitaciones son las que son, y la presión ejercida sobre las sagas puede, a veces, repeler a directores que no deseen ceñirse a convenciones o elementos ya establecidos en torno a sagas que, a la postre, son auténticos iconos de la cultura cinematográfica a nivel mundial.