El 2 de Agosto 2017 | 20:49
Spider-Man es un superhéroe que adoro. Crecí con él a mi alrededor, a través de las series de televisión, las películas y mil juguetes. Era lógico que antes o después acabara coleccionando sus aventuras en cómic y que acabara más enamorado si cabía. Y por eso no deja de sorprenderme que no haya sido yo el que más ha disfrutado de su película más reciente, 'Spider-Man Homecoming'.
Tiene todos los ingredientes para ser la cinta definitiva del arácnido. Cuenta el conflicto entre Peter Parker y su identidad secreta; los inicios del héroe, apuntando por lo bajo y ayudando al ciudadano medio en vez de meterse en grandes batallas por el futuro de la Tierra; tiene el humor, a la vez que el drama. Todo esto sin mencionar las enormes inspiraciones que toma de los cómics, como esa gran referencia a uno de los momentos clave de la etapa Ditko. Y sin embargo sé que hay un público mayor que lo está disfrutando: los más jóvenes.
La esencia de héroe
Esta no es una película para niños, sino para todos los públicos. Prácticamente muchas de Marvel lo son, pero ninguna como esta. Mi compañero Juan Pedro Prat escribía en su crítica que esta es una metáfora perfecta sobre encontrar tu lugar en el mundo: es una lectura acertada y muy interesante, pero creo que habla a este público de forma personal y muy cercana.
La relación entre Tony Stark y Peter Parker es una clave esencial para entender lo que quiero decir. No sólo es una figura paterna por la que tiene un respeto muy personal nuestro joven vecino y amigo, sino que es el héroe que ya llevamos muchos años viendo en la gran pantalla. Es carismático, inteligente y adorado por muchos: todo lo que quiere hacer nuestro pequeño lanzarredes es ser como él. Y esa es la cosa, Spider-Man no debería ser alguien que se tenga que medir con Iron Man.
Es uno de los superhéroes más famosos de la historia, la imagen central de Marvel Comics durante muchos años. Sabemos que su potencial supera a cualquier otro héroe, da igual su popularidad pasajera o los actores famosos que lo interpreten. Los niños lo saben, tú lo sabes, hasta mi abuelita que no ha leído un cómic en su larga vida ni ha ido a ver ninguna de estas películas lo sabe. Pero ahí está la genialidad de cómo enfocar al personaje: con su potencial.
Los niños quieren ser como Spider-Man, y ahora tienen una figura con la que inspirarse mucho más potente que nunca. Peter Parker es joven, inexperto; no sabe lo que le espera en el mundo de ahí fuera pero quiere crecer y enfrentarse ya a las mayores amenazas, que nadie le frene. Todos hemos sido así en algún momento, hemos querido saltar y comernos el mundo, a impaciencia ha podido con nosotros. Y la lección final que aprende es que todo debe tomarse su tiempo, que antes hay que madurar y aprender a que primero se camina antes de correr.
Los niños tienen aquí una importante lección de la vida enseñada por una de sus héroes favoritos, una que la gente mayor que él como Tony Stark saben pero que al final ni siquiera reconocen. Las cosas buenas a veces se hacen esperar y nosotros debemos aprovechar ese tiempo para ir aprendiendo, crecer y disfrutar del proceso.
Mi hermana pequeña ahora ve a Peter Parker como una admiración especial. Quiere ser como él, con todas las lecciones de vida que ello implica. Con razón: es el mejor modelo a seguir que Marvel Studios ha puesto sobre la marcha. Y si sus películas continúan siendo así de buenas, seguirá siéndolo durante muchos años, creciendo a la par que toda una generación de niños que algún día aprenderán el valor de la paciencia, de disfrutar del aprendizaje y de ayudar a los demás.
No se me ocurre un modelo mejor al que puedan admirar en el mundo de los superhéroes.