Durante mucho tiempo, demasiado, nos inculcaron que España era la fragua de la piratería. Probablemente fuese cierto, aunque siempre me ha resultado curioso, por no decir sospechoso, el modus operandi para contabilizar las descargas ilegítimas. Sea como fuere, se creó en torno a la piratería en nuestro país una rutina muy peligrosa, que reflejaba la actividad corsaria en la red de redes con una característica propia de nuestro país, ahuyentando así a todos los servicios de descarga legal que se extendían por el mundo. Lo nuestro con la piratería parecía una cualidad casi genética compartida por prácticamente la totalidad de los internautas, a los que en España se les llegó a presuponer la actitud delictiva, algo que contraviene todos los principios de nuestro Código Penal. Al final, los de la verborrea de la piratería, aquellos que nunca llegaron a comprender que los internautas eran el total de la población, parece que se equivocaban. ¡Qué sorpresa! La muestra de que en España la piratería era el fruto directo de la ausencia de alternativas, está en el hecho incuestionable que en doce meses Netflix en nuestro país se ha convertido en herramienta de uso cotidiano.
San Netflix...
En estos doce meses me he topado a gente que no tiene interés particular en la tecnología, que tampoco tiene tiempo para ser seriéfilo o cinéfilo, y que, por contra, consume de manera cotidiana Netflix. Esa es la muestra clara de que nuestros hábitos de consumo de contenido, cuando el servicio ofrece unos mínimos de calidad a un precio razonable, estamos preparados para comprar contenido digital de manera legal, igual que hace el resto del planeta. La muestra de que Netflix funciona en España la tenemos ante nuestros ojos, en plena Gran Vía de Madrid, pero también está en el hecho de que HBO se atreva a desembarcar en España siguiendo los pasos de la casa de 'House of Cards'. Más allá de Netflix y HBO, en España también tenemos Filmin, que es un ragalo que agradacemos menos de lo que merece. El punto común de estas propuestas digitales es ofrecer un precio asequible por un servicio a la altura.
...y San Gabe Newell
En videojuegos la calidad también se ha impuesto sobre la piratería, ya que Steam ha logrado romper el tópico eterno de que el PC no era rentable para el desarrollo, convirtiéndolo en la plataforma mayoritaria (y legal). Abrir el catálogo al desarrollo independiente, romper el mercado con ofertas, y pensar en la comunidad como un elemento activo que entre las orejas guarda algo más que serrín, ha logrado que la gente se implique en Steam como una plataforma de uso común. Una plataforma en la que no duele pagar por los videojuegos, y que se ha convertido en ejemplo para el resto de sistemas.
La piratería sigue existiendo, pero los ejemplos nos muestran una y otra vez que la receta paliativa no es la restricción, la condena, el castigo, ni siquiera el anuncio que se reproduce antes de comenzar una película en DVD; la piratería se combate con calidad en los servicios, y respetando a tus clientes, porque, al final, el consumidor de videojuegos, películas o series no le debe absolutamente nada a compañías y estudios, sino todo lo contrario.