Aviso: este artículo contiene algunos spoilers de 'Saw VIII', la última entrega de 'Saw'. Si aún no has visto la película y tienes intención de hacerlo, quizás no quieras continuar leyendo.
El viernes pasado se estrenó 'Saw VIII' y yo, como buena amante de la saga, acudí presta y veloz al cine. Creí que, quizás, en esta entrega hubieran sabido captar algo de esa esencia tan característica de Jigsaw, de John Kramer. Teniendo en cuenta el desastre de las últimas películas, algo me hizo pensar que la trama no podría ir a peor, sino que debería mejorar. Inocente de mí...
Esperaba encontrar una película con fuerza, un regreso de Jigsaw en toda regla, un volver a los orígenes. Trampas con cabeza y, a la vez, lo suficientemente gores como para hacerme mirar hacia otro lado y evitar la pantalla durante el tiempo necesario. Esperaba un villano inteligente, cruel pero capaz de perdonar; esperaba un juego de verdad, de los que pueden ganarse si te esfuerzas lo suficiente. Y no encontré nada de eso.
Encontré una película donde juegan a engañar al espectador, en la que el malo parece el malo pero, a la vez, todas las pistas nos señalan hacia otro lado; con personajes planos, y trampas que dejan mucho que desear. Pensaba que la saga renacería con fuerza, pondría un final de oro y se iría por la puerta grande... Y me encontré una película desastrosa.
La saga ha muerto
Definitivamente, es hora de decir adiós a 'Saw'. Una saga que nos dio mucho en sus primeros años pero que, desgraciadamente, ya no podrá dar más de sí de ahora en adelante. Porque con 'Saw VIII' no solo sabemos que, efectivamente, Jigsaw está más muerto que nunca, sino también que sus sucesores jamás podrán igualarle.
'Saw VII' tenía, por lo menos, escenas realmente violentas y sangrientas. Es decir, si la trama en sí misma era incapaz de mantener con ganas al espectador, el gore era capaz de suplir esto. No obstante, en 'Saw VIII' lo máximo que se puede ver es cómo un joven es triturado por una batidora gigante y, creedme, no es tan impresionante como suena.
La franquicia debería despedirse con esta película, cerrar sus puertas y desaparecer. Nos quedará un regusto bastante amargo, pero la cosa podría seguir empeorando con nuevos lanzamientos, y eso es algo que deberíamos evitar en la medida de lo posible. Alargar en exceso una saga puede acabar trayendo este tipo de consecuencias y, por desgracia, puede acabar perjudicando tanto a los productores como a los espectadores. Desde luego, mi sensación tras salir de la película no fueron ganas de ver de nuevo ninguna de las películas anteriores.