Scarlett Johansson es una de las actrices más famosas del cine, tanto a nivel estadounidense como a nivel internacional, pero eso no la ha salvado de la polémica. Hace unos días se anunció que Johansson interpretaría a un hombre transexual en la nueva película de Rupert Sanders, 'Rub & Tug'. Desde el primer momento en el que se conoció la noticia, las redes sociales se llenaron de críticas hacia la elección que había hecho el director para el personaje protagonista, puesto que no terminaban de comprender por qué una mujer debía dar vida a un hombre transexual. Como muchos señalaron, lo que hacía esta elección era conseguir que se viera la transexualidad como un "disfraz", algo que ya lleva pasando mucho tiempo y que es la base de la discriminación que sufren las personas transexuales.
Hay quien se ha quedado con esa parte de la queja, y ha preferido no avanzar, aduciendo que la actuación es así, y que los actores y las actrices muchas veces tienen que caracterizarse para encajar en el papel. Pero es que la crítica real a que sea una mujer la que dé vida a un hombre transexual va mucho más allá de esto, y tiene como eje principal la discriminación laboral que sufren todas las personas transexuales en su día a día.
La queja no es que Johansson dé vida a un personaje u otro, porque nadie duda que la actriz será perfectamente capaz de transmitir todo lo que el papel implique; es una actriz de sobresaliente, que ya ha demostrado su valía en más de una ocasión. El descontento proviene de que mientras que una persona considerada cisexual tiene acceso a todo tipo de papeles en el mundo del cine, las personas transexuales no tienen acceso a prácticamente ninguno; no se les permite interpretar a personas cis, puesto que se considera que "no encajan en el papel", y tampoco se les permite acceder a papeles de personas trans. Esa es la principal motivación de toda esta polémica: que es una nueva puerta cerrada para todo el colectivo trans que quiere dedicarse a la actuación.
Discriminación, menos opciones y falta de comprensión
La falta de acceso al mercado laboral de las personas transexuales es una evidencia, sobre todo en el mundo del cine. No hay más que echar un vistazo a todo el catálogo de películas habidas y por haber, y comparar la cantidad de personas cis que aparecen actuando con el número de personas trans que hacen otro tanto de lo mismo. Y esto no sucede porque haya menos personas trans, o porque la gente de este colectivo no esté interesada en la actuación, sino porque no tienen las mismas oportunidades; la situación es la misma que cuando se habla de ausencia de mujeres en algunos mercados laborales. La diferencia es que en el segundo caso hablamos de machismo, y en el primero hablamos de machismo y de transfobia.
Otra de las grandes quejas que el colectivo trans en general ha hecho a esta película es que siempre que alguna historia tiene como protagonista a una persona transexual, el eje de la misma es la comúnmente conocida como "transición". Y como bien explican, tienen vida más allá de eso; tienen familia, amigos, aspiraciones. Tienen una historia que contar más allá del ser transexuales, pese a que esto, obviamente, haya afectado en su vida al completo. Para normalizar las distintas identidades de género, la única solución real es mostrarlas como realmente son; es la gran lucha que el colectivo LGTB en su totalidad aún sigue manteniendo para lograr conseguir su inclusión total en la sociedad.