El 2 de Septiembre 2018 | 00:38
La adaptación de 2017 de 'La Bella y la Bestia' me abrió un boquete en el corazón que no creo que nunca pueda curar. Quizás algún día reúna fuerzas suficientes como para volver a verla y recopilar todas sus cosas malas, como el CGI horrible, el destrozo de unos personajes maravillosos y realistas o el falso feminismo que predica con Emma Watson en cabeza, pero, hasta entonces, voy a hablar de uno de sus peores crímenes: Gastón.
Gastón fue creado en la película de dibujos de 1991, ya que en el cuento original de Madame de Villeneuve no existía ni hacía ninguna falta. Es el héroe del pueblo, su habitante más estimado y respetado y la perfecta contraparte de Bella, una chica más bien rara y asocial. Howard Ashman, letrista de Disney hasta 'La Bella y la Bestia', fue el que tuvo la idea de que, a pesar de ser un villano, fuese atractivo y querido por los demás, como el típico abusón que encontramos en el colegio o el instituto. Con mucho músculo pero poco cerebro, prejuicioso y violento, representaba a los acosadores del propio Ashman en su juventud.
La grandeza de un villano
Puede que comparado con otros antagonistas, Gastón no dé mucho miedo. Sí, es un hombre grande y fuerte, pero no tiene poderes mágicos como Maléfica, no es tan inteligente como Úrsula ni tiene a soldados a su disposición como Scar o Frollo. Su fortaleza recae en su carisma, en cómo es capaz de influenciar al pueblo para dejar a Maurice como un loco o a la Bestia como un monstruo devorador de bebés. Los aldeanos ni siquiera ponen en duda lo que dice. Le creen y le siguen ciegamente porque es guapo y masculino.
Y eso es lo que hace que sea terrorífico. La desmesurada confianza que todos ponen en Gastón le da carta blanca para hacer lo que le dé la gana, como acosar a una chica para que se case con él contra su voluntad o encerrar a un anciano enfermo en un manicomio. A su vez, es un gran ejemplo de masculinidad tóxica y de cómo funciona el patriarcado, una idea bastante innovadora en una película animada de principios de los noventa.
¿Pero qué ocurre en la versión de acción real?
Una carcasa vacía
Luke Evans es un gran actor y hace un buen trabajo, no seré yo quien lo niegue, pero no estamos ante el mismo personaje. En primer lugar, esa película intenta darle un extraño trasfondo a todo, y ni la aldea ni Gastón se libran. Es un poco ilógico, porque busca defender a sus personajes a la vez que demonizarlos... y eso se traduce en un completo lío. Se justifica el carácter de Gastón mediante estrés postraumático —al parecer luchó en una guerra, pero luego hay chistes al respecto—, y es bien sabido por todos que meter una enfermedad mental a tu personaje porque sí, porque patata, da mucha profundidad y seriedad. ¡Los trastornos no son más que recursos narrativos, al fin y al cabo!
Los aldeanos, por su parte, son retrógradas y machistas, pero no sienten admiración por Gastón. Le Fou les soborna en la taberna para que canten su canción, cuando deberían sentir cada verso en el alma y venerar el suelo que pisa. Pero sólo es un hombre más, un hombre al que es mejor tener contento porque, pobrecito, fue a la guerra y está afectado. Como villano, sin carisma pierde todo su potencial. Y al destruir el efecto que tiene en los demás, se destruye también al personaje. El Gastón de Luke Evans no es más que la carcasa vacía del original.
Por favor, basta ya
'La Bella y la Bestia (2017)' ha destrozado muchos aspectos de la película de dibujos, pero nada sale tan mal parado como Gastón. La versión de 1991 tenía a un gran villano y, si bien no es el mejor que Disney ha creado nunca, era perfecto para la ocasión e iba acorde con sus intenciones y su mensaje. El año pasado, en cambio, decidieron usurparle todo lo que le hacía especial y reducirlo a un mero secundario sin gracia. Eso no es un remake ni es nada y, sinceramente, que se aplaudan esta clase de desastres hace que tema por lo que está por venir.