CRÍTICAS SOCIALES EN EL CINE

'Mute': siempre es un buen momento para criticar la pedofilia

'Mute' gira en torno a la búsqueda que hace Leon, el protagonista, de su pareja; ella desaparece de un día para otro, sin dar muchas explicaciones.

Por Maribel Baena 28 de Febrero 2018 | 10:33

Hace una semana escasa que se publicó en Netflix la nueva película de Duncan Jones, 'Mute'. En la crítica que realicé a principios de esta semana ya hablé largo y tendido sobre ella en general (aunque quizás pequé de no alabar lo suficiente su estética), sobre la calidad de la película y lo que consiguió transmitirme. No obstante, hay un tema que no quise tocar en profundidad por temor a hacer algún spoiler a quien no la hubiera visto todavía. Así que, aviso: a partir de aquí, vais a encontrar datos sobre la trama de la película, datos bastante precisos. Con lo cual, si no la habéis visto quizás deberíais dejar de leer. ¡Quien avisa no es traidor!

'Mute' gira en torno a la búsqueda que hace Leon, el protagonista, de su pareja; ella desaparece de un día para otro, sin dar muchas explicaciones y advirtiendo que su situación no era tan fácil como pudiera parecer. A todo esto hay que sumarle un contexto pleno de nuevas tecnologías, donde prácticamente todo es controlado mediante sistemas informáticos. Mas, además, hay una trama secundaria que me sorprendió gratamente por el tratamiento que tuvo. Dos de los enemigos de Leon se llaman Cactus y Pato; el primero es el "cabecilla" mientras que el segundo se limita a seguir órdenes.

Pato muestra desde el primer momento una insana atracción hacia las chicas jóvenes. Al principio solo se ve cómo busca adolescentes, o mujeres que parezcan adolescentes, para mantener relaciones sexuales; mas conforme va avanzando la película vemos cómo su trabajo con niñas le permite estar en contacto con las víctimas que realmente le interesan. No llega a propasarse físicamente con ninguna de ellas, pero eso no hace que para el espectador esta situación sea menos desagradable. Vemos cómo un hombre con claras inclinaciones pedófilas trabaja con niñas de entre ocho y doce años, y cómo ellas van incluso en ropa interior. La película podría haberse limitado a esto, a despertar malestar en los espectadores, pero va un paso más allá; aprovechando el hecho de que Cactus tiene una hija de esa edad, hacen que este le plante cara a Pato y le dé casi una paliza por mantener este tipo de actitudes.

No era necesario introducir esta crítica, pero debemos agradecer a Duncan Jones que lo haya hecho

Esta crítica a la pederastia y a la pedofilia es muy clara, totalmente evidente y, para más inri, innecesaria. Es decir: la trama principal no lo pedía, pero el director decidió tocar un tema tan controversial pese a todo. Quiso mojarse, quiso criticar una actitud tan despreciable, aún a sabiendas de que eso podría llevarle críticas de una parte de la población que no ve con malos ojos este comportamiento tan típico de las novelas de Nabokov.

Con este sencillo gesto, con esta crítica tan manifiesta, Duncan Jones se posiciona en una película en la que no tenía por qué hacerlo, demostrando que el cine siempre debe ser un espacio para la reflexión social. Una película no tiene solo que entretener y divertir, sino que puede ir un paso más allá; puede hacernos pensar respecto a algo, plantearnos un debate de forma encubierta y hacer que nuestra cabeza dé vueltas y reflexione. ¡Y esto es increíble! Sin lugar a dudas, uno de los puntos más positivos del cine (y de cualquier actividad de ocio que imaginemos).

El tratamiento que se hace de la pedofilia es, además, incuestionable. Porque Cactus le deja claro en todo momento a Pato que pensar sobre algo no es delito, pero hacer cualquier cosa relacionada con esto sí que lo es. Porque con el pensamiento no dañas a nadie, mas en el momento en el que actúas sí que estás dañando a los demás. Al instalar una cámara, como Pato hizo, está atentando contra la libertad y la intimidad de todas las niñas que pasan por su consulta, y está dañándolas. En este punto, el director hace una diferenciación clara entre aquellos que luchan contra sus inclinaciones sexuales cuando estas puedan perjudicar al resto, y entre los que se dejan llevar por ellas. La línea que separa la pedofilia de la pederastia es muy fina, y es precisamente esto de lo que se habla en la película.

Desde aquí, todos mis respetos a Duncan Jones y a su nueva película. Porque si bien esta no pasará a formar parte de mis filmes preferidos, sí que me ha parecido una gran película.