Que el título no os lleve a error: pese a que me molesta la gente que habla en el cine, no acabaría con ellos de la forma más cruel posible. O, al menos, no así, en un primer momento. Pero sí les obligaría a pagar una especie de suplemento en la entrada, para que se lo piensen dos veces a la hora de fastidiarles la película al resto de espectadores. (No os asustéis, esto es ironía. Todavía)
Cuando voy al cine, pago religiosamente mi entrada, procurando siempre que me toque en una fila intermedia y, sobre todo, en el asiento más cercano a la pared; es decir, el menos centrado. Manías mías. Y si bien es cierto que hay momentos en las películas en las que me gusta comentar, siempre lo hago susurrando y procuro no alargarme demasiado. Porque sé perfectamente que esto resulta desagradable a todo aquel que esté a mi lado, tratando de ver la película. Por desgracia, el resto de la gente con la que coincido en el cine no suele ser así.
Sin ir más lejos, os voy a poner el ejemplo de este domingo pasado, cuando fui a ver 'The Crucifixion'. En la sala había seis personas, contándome a mí y a mi acompañante, con lo cual respiré con tranquilidad, pensando que nadie me molestaría. Cuál fue mi sorpresa al descubrir que me equivocaba completamente.
Siempre hay alguien que habla
Justo detrás mía había una pareja, de unos treinta años. En un primer momento, supuse que sabrían guardar el silencio que se espera de un cine. Pero no. En el momento en el que empezó la película, él comenzó a hablar, comentando absolutamente todo lo que pasaba; y creedme que cuando digo absolutamente todo, me refiero a absolutamente todo. No hubo escena que se dejara sin comentar. Obviamente, le pedí una vez amablemente que hablara más bajo; al ver que no funcionaba, al rato me tocó hacer eso tan desagradable de chistar; la tercera vez (y todas las sucesivas) preferí callarme, puesto que no me gusta ser grosera, y ese hombre ya había puesto a prueba mi paciencia.
No es algo que me haya pasado una sola vez. Me ha pasado mil veces. Y también eso de tener a alguien justo debajo que no deja el teléfono móvil en todo el rato, o a alguien detrás que se dedica a dar patadas a tu asiento cada vez que se asusta, por ejemplo. Aunque he de admitir que esto puedo entenderlo, en cierta medida; es lógico que si te asustas, te muevas de forma involuntaria.
Pero lo de hablar nunca dejará de parecerme una falta de respeto. Cuando vamos al cine, vamos a ver una película. A disfrutarla. A comprenderla. Incluso a analizarla, dependiendo de la película. Y, para poder hacer todo esto en condiciones, necesitamos una buena atmósfera; no una atmósfera sepulcral, puesto que esto es imposible en la mayoría de las ocasiones, pero sí al menos una que te permita concentrarte sin problemas. Es lógico que en una comedia (o incluso en una película de terror) se escuchen risas, ya sea porque algo es gracioso o por los propios nervios, pero de ahí a tener un comentarista hay un gran paso.
Seamos un poco prudentes, y tengamos consideración con los demás cuando vayamos al cine. Porque todos pagamos nuestras entradas, y a todos nos duele salir de la sala teniendo la sensación de que no hemos disfrutado en condiciones la película por la que hemos pagado. Y, por supuesto, tratemos de evitar las sesiones llenas de adolescentes: nos ahorraremos dolores de cabeza.
¿Os ha pasado alguna vez no poder concentraros en una película debido a la gente hablando? De ser así, ¿en qué película os pasó?