Como cada fin de semana, Netflix ha subido nuevas películas a su plataforma. Y yo, como buena aficionada a las noches de película en casa, no pude evitar echar un vistazo a todo aquello que no había visto hasta entonces. Me llamó la atención un título: 'El último exorcismo', de Daniel Stamm. No os miento: no estoy realmente segura de si ya vi esta película cuando se estrenó en los cines, en el año 2011; si lo hice, no recordaba bien el argumento. Fue precisamente por eso que me decidí a verla. Por eso y por su sinopsis, que me pareció lo suficientemente atractiva como para darle una oportunidad: "Justo cuando está decidido a desvelar que todos sus milagros son una farsa, un predicador acepta un último caso infernal". Lo admito: las películas de posesiones son de mis preferidas, pese a que todas acaban siendo prácticamente lo mismo.
La cuestión es que hubo algo que me llamó la atención de su sinopsis, y decidí invertir una hora y media de mi vida en ver si el trabajo de Daniel Stamm merecía la pena. Lo cierto es que mis sensaciones fueron agridulces: la película tiene un planteamiento muy interesante, una introducción buena, una problemática que llama la atención... Mas vuelve a caer, más o menos al final de la película, en la misma piedra en la que tropiezan todas las películas de posesiones. Pese a todo, lo cierto es que es una película que te permite entretenerte durante un rato. Y es apta incluso para aquellos a los que el cine de terror no les gusta, puesto que tiene muy pocos sobresaltos y es amena. No es una película que vaya a provocarle un ataque cardíaco a nadie, por suerte.
Cámara en mano se analiza la farsa de los exorcismos
El planteamiento es interesante. Un reverendo decide contar toda la verdad sobre los exorcismos, tras haber leído como durante uno murió un niño de la edad de su hijo. Él sabía, como exorcista cualificado, que todo lo que hacía no era más que una farsa; un placebo para aquellos que estaban convencidos de haber sido poseídos por alguna entidad demoníaca. Para mostrar al mundo la verdad tras los exorcismos, decide dar un paso enorme: admite que no es más que un predicador que aprovecha las debilidades y las creencias del público para ganar dinero. Es un paso que le honra, puesto que implica que, a partir de la emisión del documental en el que lo cuenta todo, no tendrá más remedio que buscarse otra profesión. ¡No cualquiera lo haría!
Para demostrarlo, decide coger un último caso, y mostrar que no es más que una farsa, como todos los anteriores. Desgraciadamente... Escoge la carta incorrecta. Como podréis imaginar, y aún a riesgo de hacer algún que otro spoiler (pese a que lo avisa desde la propia sinopsis), elige mal el caso y resulta ser el primer exorcismo real al que se enfrenta en toda su carrera. Ya es mala suerte, desde luego.
La película comienza siendo muy llamativa, porque se ven los exorcismos desde otro punto de vista. Además, el hecho de que sea cámara en mano siempre gana, porque hace que la credibilidad aumente. Estamos ante un falso documental que realmente parece un documental que podríamos ver en televisión: una persona que admite que su trabajo ha consistido, hasta el momento, en engañar a su público. Es algo que no nos extrañaría ver a las doce de la noche en cualquiera de nuestras cadenas televisivas.
El reverendo va mostrando cómo lo preparaba todo para realizar sus exorcismos falsos, y va hablando con la chica a la que le tiene que realizar el exorcismo en esta ocasión. La ve como una chica normal, quizás con algunos traumas de la infancia, pero poco más. ¿El problema de la película? Si se hubiera mantenido en ese plano, mostrándonos el engaño de los exorcismos, hubiera sido algo totalmente diferente; mas el acabar mostrándonos cómo la chica sí que estaba poseída es casi un chasco para el espectador que va buscando algo distinto. Eso sí: el final tampoco tiene desperdicio. Recuerda mucho a películas como 'Paranormal Activity', salvando las distancias.