El 18 de Noviembre 2019 | 19:30
La franquicia de 'Star Wars' no es desconocedora del mundo de las series de televisión, pero no de la forma que sería lógico pensar. Hemos contado con magníficos títulos como 'Clone Wars' o 'Rebels', pero todo caía en el terreno de la animación hasta ahora. Las propias de la franquicia están estructuradas por episodios y siguen una continuidad fija: ¿cómo es que no hemos tenido hasta el momento ningún live action que explore más profundamente el rico universo que presenta?
Aquí viene 'The Mandalorian' a ponerle solución de una vez por todas, la serie con la que se estrena el servicio de Disney+. No son las aventuras de un personaje que ya conozcamos, ni tampoco una precuela directa que explique una de las incógnitas de las películas. Es su propia entidad, la historia de un cazarrecompensas en la galaxia. ¿Puede mantenerse firme frente a las titánicas historias a las que complementa?
Western galáctico
Los primeros episodios de 'The Mandalorian' se hacen muy cortos y dejan con ganas de mucho más. Sirven para presentar a nuestro protagonista, un mandaloriano lejos de casa que se ve obligado a vivir la vida de cazarrecompensas para conseguir sobrevivir al día a día y poder contribuir económicamente a mantener su cultura. Su vida es ya una rutina de cazar, reclamar y pasar al siguiente contrato: no cuenta con aspiraciones personales, no busca un honor personal que restaurar. Vive por su título, su religión y nada más.
Es muy interesante ver cómo este personaje se desarrolla en los dos primeros episodios. Es un luchador como ningún otro en la galaxia y habla bien poco: recuerda mucho a la figura del ronin, los samuráis sin señor. El mandaloriano se aferra a su fe, las leyes por las que vive y por nada más: no se cuestiona la ética de sus acciones, no se deja embaucar por los maleantes que le ofrecen una mayor recompensa si desiste en su labor de capturarlos. Tiene un aura de honor que nos hace sentir simpatía por él, a la par que marca sus distancias.
Es lo mejor de la serie, especialmente por el ámbito en el que se desenvuelve. La idea del cazarrecompensas y el forastero vienen del western, género del que 'Star Wars' bebió mucho en su origen y olvidó con el paso de los años: es especialmente notorio en los paisajes y climas que visita el protagonista, los cuales se alejan de la estética futurista y pulcra de reciente ciencia ficción para adentrarse en páramos desérticos, helados y casi sin vida. Es recomfortante volver a ver esta estética en la franquicia y lo bien que le queda a la historia, pero queda ver adónde viajará en próximos episodios.
Estos episodios han servido como base para acomodarnos en la clase de historia que vamos a vivir junto al protagonista, pero el segundo cobra un especial significado de cara a su final. Esto es 'Star Wars' y los directores no pretenden olvidarlo: el protagonista se enfrenta a otros tiradores, a bestias salvajes que podrían aplastarle si se despista un mínimo segundo y, por supuesto, a la mismísima magia que él no puede alcanzar a comprender. La Fuerza está presente en la serie y tarda en verse, pero merece la pena. Claro que para alguien como él es algo totalmente incomprensible. Es un elemento que aún necesita pulirse para saber hacia dónde se dirigirá en próximos episodios, o si siquiera tendrá la misma presencia que en las películas.
Por el momento, los temas que ha presentado son perfectos y justos. Exploramos la religión de los mandalorianos y próximamente investigaremos más sobre cierta raza alienígena de la que no tenemos mucho conocimiento en otras obras dentro del canon, pero todo se resume en la concepción del western: un llanero solitario, un mundo cruel y salvaje y una misión que pone en duda todas sus concepciones de honor, fe y comprensión sobre el significado de la vida. Si los próximos episodios no aguan su contenido, podemos estar frente a uno de los mejores productos de la franquicia galáctica.