El 6 de Marzo 2017 | 16:37
El cuarto capítulo de Legión, la última serie de Marvel, comienza de una forma totalmente distinta a los demás. Un hombre, que en ese momento nos es un total desconocido (a menos que comencemos a asociarlo con el marido de Melanie Bird, claro), nos introduce el capítulo. Hay dos formas de contar una historia, señala; en la primera, los padres le cuentan a los hijos cómo un tierno conejito consigue sobreponerse a todos los problemas gracias a su persistencia y a su fuerza. De esta forma, aprenden mediante la empatía. Pero también hay otra forma, en la que los padres les cuentan lo que le pasó a aquel que se acercó demasiado al océano; así, los niños aprenden mediante el miedo. La historia que él pretende contarnos es la de un tierno conejito que se acercó en exceso al océano, una mezcla de las dos.
Así empieza un capítulo denso, donde cincuenta minutos dan para mucho más de lo que pudiéramos imaginar. No solo se dan respuestas a algunas de las preguntas que llevábamos tiempo planteándonos, sino que también se plantean muchas más incógnitas, cada una más interesante que la anterior. ¿Quién es realmente Lenny, la inseparable amiga de David que hasta en sus sueños le acompaña? ¿Qué sucedió durante su infancia? ¿Hasta qué punto su hermana era conocedora de todo eso?
David aún no se ha despertado de su sueño, de su viaje por el plano astral entre los sueños y lo real. Syd, desesperada, busca la forma de llegar hasta él, junto con Kerry y Ptonomy. Hay un lugar muy especial para el personaje de Kerry en este capítulo, puesto que se explica de dónde proviene. Hace tiempo, cuenta la propia Kerry, hubo una pareja que estaba esperando una niña, una preciosa niña indígena; no obstante, cuando la madre dio a luz, nació un niño pálido como la luna. El padre, creyendo que le habían sido infiel, abandonó a la mujer y a su hijo con ella. El chico se llamo Cary, y vivió toda su infancia de la mejor forma posible. Hasta que, un buen día, cuando tenía cerca de ocho años, vio cómo una dulce niña indígena jugaba en su dormitorio. Al principio, él pensó que era su amiga imaginaria, esa que iba y venía. Pero no fue hasta años después que comprendió que compartía cuerpo con aquella chica. Eran un mismo ser, aunque también podían pasar temporadas separados, si así lo querían.
Dos seres que compartían un mismo cuerpo, y cuya unión iba mucho más allá de lo que entendemos por unión en este mundo. No obstante, tuvieron que separarse para encontrar a David, y mientras Cary se quedaba en el laboratorio, Kerry fue con Syd y Ptonomy a recabar información. Por desgracia, y por lo que se da a entender en el capítulo, Kerry y Cary jamás volverán a unirse. En plena misión de búsqueda, Syd y sus compañeros fueron encontrados por la División Tres. El que ellos creían que era el doctor Poole, el antiguo psicólogo de David, es realmente el jefe de la División Tres.
Pero Syd guarda un as bajo la manga: su poder. Con un simple roce, intercambia su cuerpo con el del tétrico líder de la División Tres, y se encarga de mantener a sus amigos a salvo. Hasta que David aparece y, sin saber que Syd había intercambiado su cuerpo, trata de liberarla; pero Syd ya no es Syd, y aprovecha el despiste de David para coger una pistola y disparar. Su objetivo era David, pero la que acaba recibiendo la bala es Kerry. Poco más se sabe a partir de ahí de Kerry, pero lo cierto es que sería una pena perder a un personaje tan capaz como ella.
Un capítulo muy, muy intenso
De forma paralela, (y antes de llegar hasta donde estaba Syd) David se encuentra con el extraño hombre que nos ha presentado el capítulo. Es el mismo que, poco antes, se le ha aparecido a Melanie Bird vestido con el traje de buzo y que, hasta donde podemos analizar, es muy importante para ella. David y el hombre vestido de buzo se encuentran en un plano astral, donde todo es irreal hasta que uno de ellos quiera hacerlo real. Tiene lugar, entonces, una de las escenas más bonitas de todo el capítulo.
David ha ido demasiado lejos en la fantasía, tal y como le explica el hombre de buzo. Ahora se encuentra atrapado en ese no-lugar, donde puede crear su propio reino, sí, pero nunca será real. Lo bueno es que ahí su monstruo no puede atraparle, le explica el buzo a David. Es en este momento cuando David comprende, por fin, que ese monstruo no es ninguna metáfora, sino que es un parásito real que vive dentro de él.
David, desesperado, busca la forma de salir. Y acaba consiguiéndolo gracias al empuje de Lenny, su amiga, la que falleció. Pero... ¿Existe Lenny? ¿O es producto de la imaginación de David también?
Lenny o Benny, la gran incógnita
Antes de llegar al lugar donde les tienden la trampa, Syd y sus compañeros se reúnen con la exnovia de David. Ella les habla, entonces, de la mala influencia que para David fue Benny, un robusto hombre que comenzó a juntarse con él al final de su relación. Tanto Syd como Ptonomy se muestran extrañados; en la memoria de David no aparecía ningún Benny, sino Lenny, la joven que murió en el manicomio y que se le ha estado apareciendo a David durante largo tiempo desde entonces. ¿Por qué sucede esto? ¿Qué problema hay en la memoria de David? ¿Es Benny real? ¿O Lenny?
La actitud de Lenny al final del capítulo, cómo obliga a David a hacer lo que ella quiere... Eso da mucho que pensar. Lenny no parece ser su amiga. Ella está especialmente desesperada por salir del subconsciente, porque, tal y como le informa a David, ella no es capaz de hacer nada allí. Pero, ¿qué es lo que puede hacer en el mundo real? La duda queda ahí, esperemos que para ser resuelta en el próximo capítulo. Hasta entonces, no sabremos si es Lenny, Benny... O el propio parásito que vive dentro de David.
Junto a la incógnita de Lenny aparece la incógnita de King, el perro de David. Un perro del que él ha hablado mucho a sus psicólogos, a su exnovia... Pero que su hermana confirma que jamás existió. ¿Qué relación tendrán todos estos seres que solo existen dentro de la mente de David? ¿A qué responderán exactamente?
Ah, eso sí: seguimos sin saber qué es lo que decían las estrellas.