El 28 de Marzo 2017 | 11:19
Si del capítulo anterior las críticas no fueron especialmente positivas, las de este sí que lo son. Y no porque haya grandes giros argumentales, puesto que no los hay (aunque sí que se da respuesta a muchas preguntas que aún quedaban, sobre todo a las más interesantes), sino por la calidad técnica que tiene.
La última mitad del capítulo se reproduce como si fuera una especie de película antigua con unos efectos especiales actuales; los personajes no hablan durante el momento de más acción, aportando un gran dramatismo a las escenas. Si a eso le sumamos una increíble banda sonora, y una actuación más que excelente por parte de los personajes principales (sobre todo Lenny, el parásito de David que, por suerte, aún recupera a veces la forma de mujer).
Oliver, el marido de Melanie, cobra protagonismo durante este episodio. Y es que por fin logra deshacerse del traje de buzo, y no solo es de gran ayuda sino que, al final del capítulo, también consigue liberarse de todas sus ataduras y volver al mundo real. El reencuentro entre Melanie y Oliver podría haber sido mucho más emotivo, pero los guionistas de la serie han sabido perfectamente cómo enfocarlo; sabían que a ninguno de los dos personajes les iría bien un reencuentro como el de David y Syd, por ejemplo.
Pero mucho antes de llegar a ese momento, David debe armarse de valor para luchar contra el parásito. No solo valor, sino también conocimiento; quizás es por eso que su parte más racional espabila, y trata de controlar esa parte de él que se siente mentalmente aprisionado. Y no de forma metafórica, no, sino literal. David se desdobla, y su parte racional le impulsa a seguir unas pautas claras para, de esta forma, conseguir salir de esa especie de prisión en el plano astral y liberar a todos sus amigos.
Es entonces cuando le lleva a una habitación llena de pizarras, y le obliga a ir apuntando todos los hechos de los que está seguro a lo largo de su vida. No son muchos, aunque pudiera parecer que sí. El hecho número uno es que es adoptado; el hecho número dos es que Lenny es un parásito, pero no uno cualquiera, sino un mutante. Un mutante que, además, conocía a su padre biológico. Poco a poco, todo comienza a encajar en la mente de David. Fue dado en adopción porque sus padres tenían miedo de que ese mutante le encontrara y se vengara a través de él; pero no funcionó, puesto que el mutante, finalmente, le encontró. Y le poseyó, como si de una película de terror se tratara.
David, en ese momento, comprende que sí que estaba enfermo. Pero su enfermedad la había provocado ese parásito que, poco a poco, le había hecho creer que estaba loco. Dan Stevens ha hecho un excelente trabajo hasta ahora, pero es que en este capítulo parece haber trabajado especialmente bien; desde luego, tuvieron muy buen ojo a la hora de elegir actores en 'Legión'.
Farouk, el mutante que acosa a David
El punto clave del capítulo es cuando se descubre, por fin, el nombre del mutante que estaba atacando a David. Un mutante que todos los seguidores de Marvel ya conocerán de sobra, y que seguramente ya habrán reconocido, no solo por su característico rostro sino también por el lugar en el que ataca. El parásito de David es Ahmal Farouk, un mutante que creció en Egipto y que acabó siendo descubierto por Charles Xavier; finalmente, fue Xavier el que le derrotó y le mató. Pero eso no fue suficiente; el poder de Farouk le permitió esconderse en el plano astral y, desde ahí, atacar a David.
Solo queda un capítulo para acabar la temporada, y no puede encontrarse todo más convulso. Porque aunque David, Syd, Melanie y los demás han conseguido "atrapar" (temporalmente) a Farouk, lo cierto es que los miembros de la División 3 no se rinden. Y Farouk tampoco.
¿Qué pasará en el siguiente y último capítulo? ¡Ya queda menos para averiguarlo!