En el E3 2017 Bethesda sorprendió a todo el mundo con un gran número de anuncios acerca de unos de sus videojuegos más exitosos en toda su historia, 'The Elder Scrolls V: Skyrim'. El nombre está siendo muy utilizado para toda clase de productos, y no hay razón para no hacerlo teniendo en cuenta su fama e importancia en el medio. Por tanto, lo lógico era que por fin llegara una de las versiones más esperadas para la aventura: la llegada a la realidad virtual, 'Skyrim VR'.
La idea ha desatado toda clase de sueños y esperanzas a su alrededor, y es que este ha sido uno de los títulos que más ha sido imaginado en el formato desde que comenzó a experimentarse con la realidad virtual años atrás. Hemos podido probarlo en primera mano y la realidad es que a veces las cosas igual están mejor en el reino de los sueños. El juego tiene potencial, pero por el momento creemos que no es lo que muchos esperaban.
Skyrim en pequeñito
El principal problema al que Bethesda tiene que hacer frente con la realidad virtual es el gran elefante en la habitación: el mareo y las náuseas que provoca el uso de las gafas a una gran parte de la población. Nunca es fácil hacer frente a un problema así que se le escapa a gran parte de los desarrolladores. Su solución es una que perjudica a la prueba previa a la que hemos tenido acceso.
Se trata del hecho de que el personaje no se mueve por sí mismo, sino que para trasladar su cuerpo debe teletransportarse de un punto a otro. Tampoco tenemos el control total sobre la cámara, la cual debemos girar de un punto a otro para poder dirigirnos hacia donde queramos, estando limitada la visión a nuestra alrededor. Estos dos hechos rompen la gracia de la realidad virtual, que es poder convertirse en primera persona en el protagonista del juego y terminar con la sensación de que estamos mirando una pantalla. Al obligar el movimiento a teletransportes y teniendo que controlar la visión manualmente en gran medida provoca que acabemos dándonos cuenta de que no estamos en la piel del Dovokin, sino de una cámara móvil casi robótica.
Tampoco es que la conversión esté haciendo demasiado bien al propio juego. Debemos asumir que la inmersión en los títulos de Bethesda a veces es un poco difícil por los movimientos mecánicos y poco realistas de los personajes, pero si a ello le sumamos un descenso gráfico la situación sale muy mal parada. Esto puede ser perfectamente por tratarse de una demo temprana del título y podría mejorarse en gran medida para el lanzamiento, pero después de las mejoras gráficas de la versión Legendary es duro ver el mundo de Tamriel con una resolución gráfica menor.
El potencial sigue existiendo
Estos problemas son algo muy perjudicial para lo que podría ser una de las mejores conversiones a realidad virtual. Uno de los aspectos que más podría aprovechar la realidad virtual es la gran cantidad de libros que podemos leer: pasar a hacerlo desde una perspectiva más cercana podría ayudar a asumir la lectura mejor, vivirla más de cerca. También salen bien parados los ataques, los cuales pueden pedir mover nuestro cuerpo para dar cortes con la espada y apuntar con un arco y flecha haciendo uso de las dos manos.
Además de ello, los detalles para intentar sumergir al jugador en el mundo siguen ahí. Caminas por las tierras de Skyrim y puedes detenerte a observar la vegetación, ver los peligrosos dragones cruzar el cielo con la idea de arrasar algún poblado cerca, recoger cada objeto que vemos tirado. A la larga está claro que va a ser el mismo juego y que los cambios no perjudicarán su esencia. Es la experiencia aquello que preocupa a este redactor.
Las posibilidades están ahí, y el juego todavía está en una fase muy temprana como para considerar que se pueda dar por perdido. Bethesda todavía está probando qué introducir en esta versión de uno de sus mejores videojuegos y quizás con algunos cambios pueda convertirse en la manera definitiva de jugarlo. ¿Quién sabe? Quizás en unos años no podamos imaginar cómo es jugar a 'Skyrim' sin la realidad virtual.
'Skyrim VR' se lanzará al mercado a lo largo de 2018.