El 31 de Marzo 2021 | 11:23
Pese a su condición de título de nicho, 'Monster Hunter' cambiaba por completo las tornas con la llegada de 'World'. El tan esperado regreso a las consolas de Sony —valga decir que su paso por Nintendo dejó una interesante marca sobre cómo el apartado técnico no lo es todo— venía acompañado de una nueva imagen tan acorde a la última generación. Un músculo técnico envidiable, una dosis de acción desenfrenada más que notable y, sobre todo, una increíble facilidad para hacer de su sistema algo mucho más social. Algo clave.
Con 'Monster Hunter Generations Ultimate' como último bastión de la etapa portátil, parecía que la nueva vertiente coparía la franquicia para dejar el formato spinoff al resto de plataformas. Pero Capcom ha dado un golpe en la mesa con 'Monster Hunter Rise', un título que no entiende de posiciones y aúna la dos ramificaciones de la saga en un solo punto dispuesto a todo.
Una combinación imparable
Y es que si 'World' se convirtió en el innegable cambio de cara, «el refinamiento de la franquicia», parece que 'Rise' tiene por bandera el abrazar ese cambio sin dar de lado todo lo que supuso la etapa en 3DS, tomando la fuerza de un lado y la innovación mecánica del otro, dando como resultado un híbrido con una capacidad innata de reformular lo que parecía la forma más sólida de la caza.
Es tanto así que 'Monster Hunter Rise' sigue arriesgando por la decisión de no incluir nuevas armas — arriesgando obviando el hecho de que contamos con el poco desestimable número de 14 tipos de caza diferente. Sin embargo, la forma en la que se cruza el nuevo córdocoptero, una nueva mecánica extraída de la garra de 'World' que cambia por completo su núcleo jugable. No solo se convierte en una herramienta dinámica y fluida, sino que nos ofrece un total de tres habilidades intercambiables por cada arma.
No es su única posibilidad, por supuesto, la capacidad que tiene para recorrer los escenarios y su apuesta por la verticalidad nos ha salvado la vida más de una vez en la batalla contra Magnamalos. Una apuesta por la movilidad que, sin necesidad de introducir nuevas armas en el juego, permite una versatilidad nunca vista con, todo sea dicho, un estilo propio y funcional. Nunca está de más darse cuatro piruetas antes de terminar la caza.
Más órganico, pero también fluido
Volviendo a las influencias de su antecesor, es evidente la influencia que ha tenido 'World' sobre el juego. Los escenarios ahora son completamente abiertos y orgánicos, sin tiempos de carga entre una y otra zona y volvemos a obviar el uso de objetos como el psicosuero o las bolas de pintura. Regresan las opciones de accesibilidad como los botones de acceso rápido o las animaciones a la hora de consumir objetos, que permiten una fluidez absolutamente agradecida en un título como este. Se suman a ello nuevas opciones del terreno, que hacen las veces de pequeñas mejoras a nuestra salud o estamina; incluso contamos con nuevas posibilidades para paralizar o dormir a los monstruos.
Además se hacen notar los hábitos de cada monstruo y los enfrentamientos entre ellos no solo nos hacen más fácil atacarles sino que nos permiten montarlos y utilizar el cordocóptero para utilizarlos a nuestro favor, ya sea atacando al monstruo contrario o golpeándolo contra la pared para inestabilizarlo e inmovilizarlo en el suelo. Una apuesta por completo por la nueva mecánica que piensa diferenciar al título, dejando de lado otras peticiones como la del regreso de los estilos de caza.
¿Y funciona? Por supuesto que funciona. Su cambio de dinámicas ofrece un aire fresco a una franquicia que siempre se ha mostrado dinámica y abierta a los cambios pero que da un nuevo giro para afrontar su próximo lanzamiento en Switch. Un lavado de cara que bebe de ambas vertientes de la saga y que convierte esta entrega en la más atrevida de la serie.