Siguiendo los pasos de Tom Holland hemos estado entrenando para convertirnos en los verdaderos Warriors of Darkness a través del acceso anticipado de 'Final Fantasy XIV: Shadowbringers'. Un título al que tuvimos acceso en su versión beta semanas atrás pero sobre el que no pudimos decir tanto como, quizás, nos habría gustado. The First protagonizó una visita maravillosa y el sistema de combate ha sido especialmente refinado. Pero eso no es todo lo que esconde la última expansión de 'Final Fantasy XIV'.
No, ni mucho menos. Nuestra nueva visita a The First ha resultado ser una incluso más sonora. Una que nos ha permitido visitar sus ciudades, sus lugares y descubrir el misterio que se encuentra tras este viaje interdimensional que proclamaba un cambio de paradigma sin igual. Uno que nos muestra la versión más oscura del juego pero que también lucha por demostrar que es, sin lugar a dudas, la mejor cara del MMO.
Un gran paso hacia adelante
El chascarrillo de convertirse en la oscuridad —siendo nuestra posición habitual la del Warrior of Light— ha resultado ser mucho más que, de nuevo, Tom Holland en ese último spot publicitario. Y es que 'Shadowbringers', como su nombre indica, nos lleva a restaurar la oscuridad sobre un mundo cubierto de luz. Un cambio de paradigmas que el título lleva hasta el punto más extremo del juego para realizar toda una serie de preguntas sobre sus propias reglas.
La primera, por supuesto, es el significado de ser un héroe. El juego, ya en sus inicios, parece cuestionar todo por cuanto hemos luchado y nos recuerda que el mundo no siempre necesita héroes. Los Warriors of Light de The First son estigmatizados y odiados y todo cuanto nos rodea toma una importante aura de pesimismo. Los antiguos héroes estigmatizados. La guerra contra la luz y sus abominaciones, prácticamente perdida.
Esta nueva expansión va un paso más allá y atraviesa el afilado muro político que construía 'Stormblood' con su crítica para abrazar a la más sonora historia que haya ofrecido hasta ahora el juego, acogiendo con fuerza puntos más emocionales que nunca y haciendo de nuestras pírricas victorias un estandarte de esperanza sobre un mundo condenado. Todo, siempre, bajo la atenta mirada de un destino que avecina nuestra muerte.
Pero 'Shadowbringers' no solo destaca en su argumento, sino que trata de expandir todos sus puntos. Pese a no poder mejorar su apartado gráfico la nueva expansión se centra en ofrecer parajes de ensueño, nunca vistos hasta ahora en el título. Lejos quedan las praderas de Yanxia o las tundras de Ishgard si las comparamos con Lakeland o Il Mheg, algunas de las zonas iniciales del juego de marras.
Por supuesto, ocurre algo similar con sus mejoras jugables. Los cambios no son enormes, pero mejoran sobremanera el funcionamiento del título online. El hecho de que las misiones se sincronicen con nuestro nivel facilita nuestra subida del mismo —uno de los puntos más tediosos del sistema MMO— mientras que otros como la luminosidad de las áreas enemigas permiten esquivarlas con mayor comodidad y el hecho de que ahora nos marquen la altitud de los puntos en las misiones nos ahorra muchos paseos innecesarios por sus mapeados.
Si Naoki Yoshida y su equipo fueron venerados por rescatar a 'Final Fantasy XIV' en su versión original, el trabajo que han realizado en 'Shadowbringers' no es, ni mucho menos, un trabajo inferior. Su nueva expansión es un nuevo bautizo. Uno que lo convierte en una obra soberbia, repleto de detalles que facilitan su inmersión y accesibilidad y que, además, cuenta con la mejor historia que hemos vivido hasta ahora en un título del género. Quizás sea pronto para juzgar, pero todo apunta a que la llegada de la oscuridad brilla más de lo que podríamos haber imaginado.