Después de casi 5 años desde 'Tom Clancy's Ghost Recon: Future Soldier' en Ubisoft están a punto de volver a traernos una nueva entrega de esta franquicia de FPS tácticos que han ido evolucionando notablemente desde su nacimiento hace más de una década y media. Atrás quedaron los FPS en primera persona para dar paso a la acción en tercera persona y ahora al mundo abierto, el más grande al que Ubisoft haya hecho frente jamás, en 'Tom Clancy's Ghost Recon Wildlands'.
La disolución de la acción
Gracias a la última beta cerrada del juego hemos podido pasar el fin de semana limpiando uno de los 21 distritos que componen la representación de Bolivia que los franceses han diseñado con la ayuda de no pocos estudios de la compañía. Hemos pasado un buen puñado de horas recorriendo pueblos, montañas y asentamientos militares en un pequeño retazo del mundo abierto masivo que se ha preparado para este juego colosal, uno diseñado con los mismos patrones que ya conocemos de memoria por haberlos visto aplicados en franquicias como Far Cry, The Division, Assassin's Creed y casi cualquier AAA con miedo a abandonar la zona de confort de la empresa gala.
Estamos de nuevo ante un videojuego que cuenta con el prefijo "Tom Clancy's" en su título, por tanto inmediatamente sabemos de qué va la movida. Grupo militar armado hasta los dientes y procedente de los todopoderosos Estados Unidos de América se mete en los asuntos de un país azotado por milicias, terroristas o cualquier amenaza para el país que lidera al planeta.
En este caso el país que tendremos que liberar de la tiranía el narcotráfico es Bolivia. Lo haremos, cómo no, a golpe de plomo fascista y si por el camino nos podemos llevar unos cuantos civiles a causa de la más que justificada potencia de fuego excesiva no pasará nada, unas letras blancas nos avisarán de que hemos abatido a un inocente, nuestros compañeros harán algún comentario al respecto y si tenemos la suerte de estar en una misión esta fracasará. En este sentido no parece que estemos ante un caso tan sangrante como el de 'The Division', pero toca hacer justicia al nombre del bueno de Clancy igualmente.
Cuando abandonamos las esperanzas de vivir una trama mínimamente cuidada que pueda contarnos algo relevante y memorable todo lo que nos queda es lo mecánico, el artificio de disparar, el feeling de la muerte y la diversión del juego militar. En eso Wildlands se mueve con soltura en los espacios pequeños, en los momentos clave en los que conseguimos unos amigos con los que montarnos nuestras películas y con los que planear invasiones a campamentos o asaltos a convoyes.
Peor se le da gestionar los innecesariamente extensos entornos que nos ofrece la bella Bolivia digitalizada de Ubisoft. Que este sea el mundo abierto más grande del estudio también dará como resultado que sea el más difícil de llenar de cuantos hemos visitado en los últimos años. Nos ha bastado un vistazo preliminar a la beta para saber que de nuevo Ubisoft vuelve a crear una piñata fantástica que al romper con el paso de las horas resulta estar llena de confeti y no de dulces.
La escala no afecta solo a la cantidad de actividades a realizar, que en el caso de la beta no lleva más de una tarde acabar todas las misiones principales y secundarias del distrito, lo cual nos llevaría a pensar haciendo uso de una nada fiable regla de 3 que el juego final podría durarnos 21 tardes. Como estamos hablando de una beta cuyo contenido puede variar notablemente antes del lanzamiento de la versión final del juego el próximo 7 de marzo no lo diré muy alto. El tamaño del escenario también afecta a un trabajo técnico que queda notablemente por debajo de otros mundos abiertos de los últimos años e incluso de algunos de los últimos trabajos de la propia Ubisoft como el notable 'Watch Dogs 2'.
La opción de jugar en solitario a 'Ghost Recon Wildlands' se torna del todo inviable para quien quiera meterse mínimamente en la ambientación del título, rápidamente comprobamos que sus responsables parecen haber añadido esta opción para contentar a quienes echaban en cara a 'The Division' la necesidad de jugar acompañados para poder disfrutar al completo del juego. La IA será invisible a los enemigos, no recibirán ningún tipo de daño, se teletransportarán a donde estemos en todo momento si no caben en el vehículo en el que hemos viajado o se lanzará de los helicópteros de pie para caer como auténticos héroes americanos al suelo tras 200 metros de caída libre, De nuevo situaciones que pueden verse mejoradas en una versión terminada del juego, pero no las tengo todas conmigo.
Es cuando tenemos a otros soldados al otro lado del micro cuando la cosa se pone interesante. Los franceses han sabido aplicar el juego táctico y el multijugador cooperativo gracias a fórmulas de eficacia probada que han ido poniendo en práctica en los últimos tiempos. El uso de drones para marcar campamentos, las ayudas para realizar disparos sincronizados marca Ghost Recon y una gran variedad de opciones para afrontar cada enfrentamiento son los ingredientes que pueden hacer que esta receta le sepa rica a muchos jugadores capacitados para obviar los amargos de otros apartados.
El juego en compañía es realmente divertido, tanto si nos lo tomamos en serio en los niveles de dificultad más altos, como si queremos un nuevo 'Destiny' o 'The Division', uno de esos juegos que tener de fondo mientras charlamos con amigos mientras vamos limpiando del mapa de iconos, una costumbre que ya hemos asimilado y nos resulta hasta relajante a algunos.
Tras la primera toma de contacto no tengo la sensación de que Wildlands vaya a ser el trabajo más inspirado de los franceses en 2017, ni siquiera uno de los grandes juegos del año y difícil lo tendrá incluso para ser destacable en marzo, pero desde luego está hecho para un sector de los jugadores que lo disfrutarán perdonando cada uno de sus múltiples errores, porque si bien es cierto que sigue los patrones que sus desarrolladores llevan reciclando años, esos patrones ya han sido capaces de hacer disfrutar a millones de jugadores en el pasado y seguirán haciéndolo un poco más.