UN CÁLIDO REGRESO

'Dragon Quest VII': impresiones de un reencuentro ansiado - Diario 1

Primeras impresiones de 'Dragon Quest VII: Fragmentos de un mundo olvidado', el regreso de la leyenda del género JRPG para Nintendo 3DS.

Por Juan José C. 'chibisake' 23 de Septiembre 2016 | 17:00

Volvemos a vernos viejo amigo, ¿qué tal te va la vida? Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos, creo que poco más de cinco años. Traes ropa nueva y nuevas ideas, pero en el fondo sigues siendo el mismo de siempre, tan joven, risueño e inocente. Me sigues contando historias con tu habitual bondad y sinceridad, con una trasparencia cristalina y una sencillez tremenda que logran cautivarme y hacerme sentir testigo y protagonista de las mismas.

Siempre has sido humilde, consciente de tus posibilidades, fortalezas y debilidades, y eso es lo que siempre te ha dado fuerza y ha calado frente a otros que se muestran pretenciosos y venden la piel del oso antes de cazarla. En ese aspecto, estoy orgulloso de haber disfrutado, aunque haya sido de manera intermitente, de tu compañía.

Ya sabes que me cuesta reconocerlo, porque muchos se fijan únicamente en ello y se olvidan de tus otras bondades, pero también mantienes un aspecto fantástico y clásico, y además eterno, como un rostro que parece que haya sido dibujado por uno de los mayores artistas de la viñeta japonesa. Quizás, después de todo este tiempo, esté pecando de ser demasiado halagüeño sin haberte dado apenas tiempo a que te acomodes, pero durante este quinquenio te he echado mucho de menos y he llegado a pensar que no te volvería a ver. Ahora que has regresado para quedarte durante unos meses, por favor, cuéntame aquella vieja historia que viviste hace dieciséis años y de la cual no me pudiste hablar antes.

A mis brazos, Dragon Quest VII

Como habrás podido intuir, el escrito que acabas de leer no es una carta dirigida a ti o a otra persona. Es una manera de representar y plasmar las sensaciones que me están acompañando una vez he podido volver a disfrutar jugando a una franquicia para mi muy querida, y de la cual no habíamos tenido noticias en mucho tiempo, con perdón de los spinoffs. Sensaciones que giran en torno a la superación del miedo surgido ante la posibilidad de que los remakes para 3DS nunca llegaran a asomarse por Europa, a contar con la oportunidad de jugar a un juego hasta ahora inédito en el viejo continente y poder ser testigo una vez más de la experiencia clásica que ofrece una franquicia de prestigio como 'Dragon Quest', la madre de todos los JRPGs.

No ha sido Square-Enix, sino Nintendo, la que se ha animado a distribuir y localizar al castellano esta nueva entrega, bautizada en España como 'Dragon Quest VII: Fragmentos de un mundo olvidado'. la cual llega en 2016 para ofrecernos una aventura remozada y actualizada a nuestros tiempos, en exclusiva para 3DS.

Ya no hay puzles, pero solo al principio

Mis primeras horas junto a la heróica epopeya del protagonista -al cual he llamado Erdrick para "rendir tributo" a la memoria de un gran héroe- y sus dos compañeros de fatiga, el príncipe Kiefer y la acomodada de Maribel, me ha permitido contrastar algunas de las diferencias entre el original y el remake.

El comienzo de la aventura es muy distinto a lo que nos tienen acostumbrado los JRPGs, especialmente aquellos que buscan perseguir a las masas. Si jugamos con tranquilidad mientras disfrutamos del excelente trabajo de localización pueden pasar un par de horas hasta que tenga lugar la primera batalla. Por supuesto, ese primer par de horas no solo consiste en líneas de diálogo, sino que también tendremos que llevar a cabo alguna que otra misión de búsqueda y exploración.

Si me he olvidado de hacer mención de los puzles del Santuario Místico, esos que debíamos superar para despertar al guardián, no los esperéis, pues Square-Enix ha decidido retirarlos en este remake. Probablemente lo hicieran para no alargar más todo este tiempo en el que no tenemos que hacer frente a enemigos, aunque en mi opinión el haberlos incluidos habría hecho más variada y amena esta experiencia de juego inicial, la cual no es ni mucho menos mala. Eso sí, puedo confirmaros que más adelante sí que encontraremos otros puzles, y el primero de ellos en aparecer, aunque sencillo, me ha tenido bastante entretenido, algo que es de agradecer.

Un apartado gráfico rejuvenecido

Lo más destacable nada más comenzar la partida ha sido ver todo en completo 3D. Los escenarios de 'Dragon Quest VII' en PSX ya eran tridimensionales, pero en este remake han sido adaptados a unas proporciones más coherentes y acorde a los tiempos que corren. Los personajes también son tridimensionales, gozando de gran detalle y contando con varias expresiones para los coprotagonistas. Eso sí, el hecho de que NPCs con el mismo aspecto se repitan en uno y otro lugar, si bien no me molestan cuando estamos ante juegos de sprites simplificados, en aventuras con detallados modelados 3D sí que me resulta molesto.

Los exteriores cuentan con bastante detalle, de hecho me sorprende que hayan buscado recrear algo similar a lo ya visto en 'Dragon Quest VIII', salvando por supuesto las diferencias ya que esta séptima entrega, aunque detallada, no lo es tanto como el juego para PlayStation 2. Eso sí, he apreciado que en ocasiones algunos elementos del juego sufren de popping -aunque no allega a ser preocupante- y que se producen breves ralentizaciones en los combates aún teniendo el 3D estereoscópico apagado. Más allá de esto, la experiencia de juego que ofrece este apartado es fantástica.

Pim, pam, pum

Los combates por turnos siguen el corte clásico de la franquicia, aunque con novedades que detallaré en el análisis. Libraremos desde combates contra uno o un par de enemigos que constantemente se ven en pantalla antes de pasara la acción -nos libramos de las batallas aleatorias- hasta luchas contra numerosos monstruos que nos pueden poner en más de un aprieto. Las batallas son sencillas, pero la acumulación de estas provocará que midamos mejor nuestras acciones y no malgastemos el comando "atacar". Si hay que defenderse, pues se hace, si hay que huir, más de lo mismo. Y, por supuesto, a llenar el zurrón y los bolsillos de objetos curativos.

Si las batallas no son lo tuyo -nunca dejaré de preguntarme por qué hay gente que en un JRPG pide partidas sencillas y extremadamente rápidas, pero bueno- puedes asignar roles a los compañeros para que automaticen sus tareas y así tener tan solo que escoger las acciones a realizar del héroe.

La música de Sugiyama y un excelente trabajo de localización

El apartado musical, como es lógico, cuenta con una mayor calidad, permitiéndonos así disfrutar mucho mejor de la maestría del compositor Koichi Sugiyama, una de las figuras más importantes de la industria de los videojuegos junto con Koji Kondo y Nobuo Uematsu. Nuevos y clásicos temas se dan de nuevo la mano en esta séptima aventura.

Como decía en uno de los párrafos anteriores, creo que el hecho de haber retirado los puzles del Santuario Sagrado hace que el comienzo de la partida sea bastante más plano. Y ello podría aburrir a más de uno hasta que el juego comienza a coger ritmo. Si ves que te ocurre esto, te recomiendo que hagas como yo: juega con calma esa etapa, deléitate con el desarrollo de la historia y la presentación de los personajes. Habla también con todo NPC que se te cruce. No es ninguna locura, en serio, hazlo. Solo así serás testigosdel magnífico trabajo de traducción y adaptación al castellano que ha hecho la empresa encargada de traducir esta séptima entrega, haciendo que el habitual humor de la franquicia gane aún más carisma y chispa.

Por ejemplo, cuando el protagonista y Mariel se separan por primera vez al final te la acabas volviendo a encontrar en una habitación frente a un chico. "Estos están de ligoteo", me dije en broma cuando, para mi sorpresa, veo que el nombre de este NPC que acompaña a la coprotagonista es Pagafantari -de pagafantas. Por supuesto, nuestra presencia es incómoda para este joven, cuyo objetivo es el corazón de una vanidosa Mariel que se jacta de tener un pretendiente, aunque asegura que solo son amigos. Otros momentos divertidos los tenemos en una señora mayor que, literalmente, llama pedorra a Mariel sin tenerla presente, o cuando lees cómo una ama de casa canta el Eva María en versión dragonquestera. Pero el momento más desternillante de esta primera etapa lo vivirás cuando el héroe y sus dos amigos viajen por primera vez al pasado para descubrir que allí se hablaba gallego. Lo digo en serio, todos los personajes de aquella isla hablan un peculiar y exagerado gallego que nos sacará más de una risa.

Este humor blanco está presente en todo el juego y hace un muy buen trabajo de cara a que el jugador pueda, no solo entretenerse, sino también llegar a comprender la filosofía inocente de Dragon Quest VII y de su historia. Una historia que no es tan exigente como la de otros juegos, ya que echa mano de recursos que en los 80 y los 90 eran muy frecuentes, como por ejemplo la clásica historia del adolescente de vida humilde en un pequeño pueblo apartado que al final acaba salvando al mundo. La traducción y esta clase de humor me hacen ver que no he de ser tan severo con la historia, pues no me está vendiendo la complejidad argumental de, por ejemplo, 'Final Fantasy XV'. A diferencia de la decimoquinta fantasía, 'Dragon Quest VII' en ningún momento está queriendo que te lo tomes en serio, simplemente quiere que te relajes y disfrutes, y lo consigue a la perfección.

Y esto es todo por ahora, pues algo hay que reservar para el análisis, que saldrá en ZonaRed, vuestro portal de ocio favorito. Resumir que este reencuentro con la franquicia lo estoy disfrutando muchísimo y que, sin librarse de fallos, me está dando grandes momentos de diversión a la par que me hace sentir satisfecho y alegre después de cada sesión. Cada vez que continúo mi partida a 'Dragon Quest VII' el tiempo vuela. Y que un clásico actualizado consiga eso es digno de mérito.