ATENCIÓN: Esta crítica contiene información del episodio 75 de 'Dragon Ball Super' y de toda la saga
Hace cuatro semanas que no os traíamos nuestra crítica semanal al capítulo de 'Dragon Ball Super', y es que, entre pitos y flautas, después de haber disfrutado de uno de los mejores arcos de la franquicia 'Dragon Ball' (al menos esa es mi humilde opinión personal) llevamos hora unos cuantos capítulos de relleno. Eso sí, estos episodios han sido muy distintos entre ellos, ya que hemos visto desde como los guerreros Z disputaban un partido de béisbol contra Champa y los guerreros del 6 universo, como compiten entre ellos para pedirle un deseo al dragón Shen Long, como Goku combate de nuevo con una vieja amiga, Arale, o incluso como Gohan graba una película del Gran Saiyaman.
En esta ocasión el capítulo 75 vuelve a hacernos revivir viejos tiempos de Goku y 'Dragon Ball'. Todo comienza con Goku trabajando en el campo, engañado por su esposa Chi-Chi quien le ha planteado esta serie de trabajos como un entrenamiento. Sin embargo, a Goku parece no bastarle con esto, así pues, Goten y su mujer le piden ayuda a Gohan para que combata con él. Sin embargo, Gohan no lo ve nada claro y acaba recurriendo a al Gran Saiyaman para poner a prueba a su padre, algo que desafortunadamente no va mucho más lejos.
Este enfrentamiento padre hijo acaba teniendo consecuencias para el terreno que trabaja Goku y su familia, así pues, nuestro héroe acaba saliendo a la búsqueda de alguien con quien entrenar, quedándole como una de las últimas opciones su fiel amigo Krilin. Pero, muchas cosas han cambiado en la vida de los guerreros Z que conocimos hace unos años. Ahora mismo, Krilin es agente de policía, y cuando Goku aparece para pedirle ayuda en su entrenamiento, este está inmerso en un tiroteo contra unos malhechores, que hieren a Krilin en un brazo con un disparo.
Goku consigue detener a estos maleantes, y acaba en casa de Krilin conversando sobre la posibilidad de entrenar juntos como en los viejos tiempos. Krilin no lo tiene nada claro en un principio, pero tanto el papel que juega A-18, así como también su hija Marron, acaban dándole el empujón a nuestro amigo para irse ja entrenar a la Kame House junto al Maestro Roshi.
El Maestro Roshi, después de un picante ofrecimiento por parte de Krilin, accede a volver a entrenar con ellos, y la primera prueba es un enfrentamiento entre Krilin y Goku, aunque vistiendo a este último con un peculiar y pesado disfraz de tortuga. Este cara a cara sirve para ver la enorme diferencia de nivel que separa a ambos personajes. Esto da paso al gran desenlace final, que no es otro que una nueva prueba/carrera como las de antaño.
Ambos personajes son enviados por Roshi a las profundidades de un bosque en busca de una extraña planta, que ayuda en su día a día al anciano. Esto acaba llevando a Goku y Krilin ante una cueva cuya entrada es la boca del demonio, y donde allí aparecen salir a luz los fantasmas del pasado que atemorizan la mente de nuestros héroes. Así pues, el capítulo acaba cuando aparecen unas versiones gigantes de Cell, Freezer, Nappa y tantos otros guerreros derrotados a lo largo de 'Dragon Ball'. Sin duda, un desafío mayúsculo que nuestros dos amigos deberán afrontar la próxima semana.
En definitiva, esta semana el capítulo 75 de 'Dragon Ball Super' nos ha dejado un par de momentos divertidos e interesantes, pero nada trascendental para la historia. Se me hace muy complicado hablar de lo positivo y lo negativo, ya que podría entender que alguien considerará que un capítulo de este estilo es negativo para la serie, la única utilidad que le veo es que puede servir para recuperar algún personaje en futuras entregas. Una cosa esta muy clara, aunque posiblemente el próximo capítulo este más animado que este y sea mejor en todos los aspectos, necesitamos que empiece cuanto antes el nuevo arco, después del gran enfrentamiento con Zamasu son muchas semanas que nos sentimos huérfanos, cierto es que no todas las semanas se puede comer solomillo, pero llevas muchas comiendo únicamente arroz hervido.