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'We Happy Few', la infelicidad - Diario 1

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'We Happy Few', la infelicidad - Diario 1

Por Cristina 'Keis' Pérez

El 28 de Julio 2016 | 13:32

'We Happy Few' es un survival... pero el título de Compulsion Games también es otras muchas cosas.

"Happy is the country with no past."

Esas son las primeras palabras que nos dice 'We Happy Few'. Es, sin ir más lejos, la premisa que va a meternos en escena en este título de Compulsion Games. Felicidad. Memoria. Recuerdos. Es, también, una crítica a muchos temas cotidianos que desarrollaré en el análisis que haga posteriormente. Hoy no es un día de reflexiones demasiado profundas. Estas son mis primeras impresiones, la toma de contacto. El diario del día 1.

Una vida sin Joy

He muerto. No sirvo para la supervivencia. ¿Por qué tengo que rebuscar para encontrar comida? ¿Qué es ese llanto? ¿Por qué tengo que matar a puñetazos a una persona para quedarme con su linterna?

Muchos de nosotros esperábamos la llegada de 'We Happy Few' casi con ansia canina. Es normal. Hay un sector dentro del público de los videojuegos que ama la narrativa, la historia, el fondo que hay detrás de un videojuego. Podría deciros que 'We Happy Few' es un juego de supervivencia, pero me estaría olvidando de otras muchas cosas. En efecto, tenemos que aprender a no morirnos de hambre, sueño, sed o de alguna enfermedad que contraigamos. También tendremos que cuidarnos de que no nos maten nuestros simpáticos y adictos conciudadanos porque, literalmente, pierden el sentido de la razón. Pero eso no es lo único que se vive en 'We Happy Few'. Si es que a eso se le puede llamar vivir.

 We Happy Few

Al vagar por las calles de Wellington Wells, a una le llaman la atención esas figuras que, con toda probabilidad, en un pasado fueron personas. Farfullan y murmuran como si su mente estuviera en otro plano dimensional. ¿Qué ha pasado en esta ciudad? Al principio, todo son preguntas que obtienen muy pocas respuestas. Es el propio ambiente el que te insta, por tanto, a explorar, a mirar en cada casa, en cada cajón. A investigar y recomponer las piezas del puzle que es 'We Happy Few'. ¿Qué ha pasado en este infierno? ¿Cuáles son sus demonios?

O, debería decir, el demonio. Se trata del Tío Jack. Es una figura constante que aparecerá tanto a través de los televisores como de los desvencijados megáfonos que hay por algunas zonas del barrio. "¿Quién era el Tío Jack antes de ser el Tío Jack? No lo recuerdo", es la única idea que podemos captar al vuelo si atendemos a los monólogos que nuestros vecinos van repitiendo una y otra vez. Yo tampoco tengo ni idea de quién es el Tío Jack, aunque puedo imaginármelo.

'We Happy Few' no es lo que esperaba. El contraste de lo que mi cabeza se había imaginado con lo que he estado jugando estos días es demasiado fuerte. Pero eso es precisamente lo que me ha animado a querer continuar.

[SPOILER]

Nuestro personaje principal se llama Arthur Hastings. Se trata de un funcionario cualquiera, que un día cualquiera, decide contradecir las normas que están estipuladas en Wellington Wells. El bueno de Arthur opta por no seguir tomando Joy, la droga que distorsiona la realidad de los habitantes de la ciudad y que, además, les permite olvidar el pasado. Este hecho provoca que se le acuse de "drowned"... y su vida se convierte en un infierno.

[FIN DEL SPOILER]

A partir de este momento, tendrá que aprender a sobrevivir en Wellington Wells. Se valdrá de su maña para fabricarse vendajes, herramientas, medicinas, mejores trajes... Y tendrá que hacer una pinza en la nariz mientras se come cualquier cosa que encuentre. Así mismo, los habitantes le irán proponiendo misiones y tareas que le mantendrán entretenido mientras explora la ciudad.

Una vida sin Joy, es una vida infeliz. Y eso es, de momento, lo que me ha parecido 'We Happy Few': la infelicidad más absoluta que produce la capacidad del ser humano para recordar.

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