El 25 de Enero 2016 | 16:52
Valve se zambulle al hardware y yo con ellos. Un freak de manual no puede hacer oídos sordos a que Newell, en su todo poderoso dominio de comunidades, intente abrirse camino en un nuevo negocio. La curiosidad con la andadura de Valve en hardware es, cuanto menos, patente, y el resultado bastante opinable, pero si hace tiempo os hablé de Steam Link, ahora llega el turno de la pieza de la corona: Steam Controller. A lo largo de un par de diarios, y un análisis final, os iré narrando el transcurso de mis primeras experiencias con el mando de control de Valve.
La caja, igual de la de Steam Link, tipo Ikea: compacta y resultona, para encontrar en su interior brillante y mate el mando de Steam. No pocas veces pienso en el anuncio de toda esta carrera por el hardware de Steam, que recuerdo y conmemoro con mi insignia reluciente de Steam Universe.¡Qué jugada! Tres días y tres anuncios, con todo lo que el número tres implica en Steam, que finalmente se tradujo en tres, sí: Steam OS, Steam Controller y Steam Machines. Han pasado un par de años, y lo tenemos todo sobre la mesa. Un día en La Zona hablaré de lo que me está pareciendo todo el movimiento de Valve, pero ahora sigamos desempaquetando el Controller.
¡Eh! Tiene pilas
La primera curiosidad del mando, más allá de la estrambótica forma que ya conocemos, es que como el patético controlador de la difunta y maltrecha Ouya, las pilas van incrustadas en las empuñaduras. El mando tiene una tapa con dos levas al dorso, que hay que levantar para incrustar las dos Duracell que ya vienen incluidas en la caja. En la caja nos encontramos un receptor Bluetooth USB, y una pequeña peana con un cable de medio metro para poder colocarlo donde queramos. La lógica vuelve a ser Plug and Play, y tan pronto como conectamos el controlador al ordenador Steam lo detecta. Nos aconseja la plataforma que Valve que pasemos al modo Big Picture, que es el optimizado para su uso. Yo lo haría, y lo hice.
El mando sobre las manos se siente cómodo, la verdad, ergonómicamente adaptado a mis manotas, con los dos trackpads capitaneando el uso bien colocados en para manejar todo su diámetro con los pulgares. Sorprende que los botones de control son bastante pequeños, al estilo PS Vita, pero por la extraña curvatura de las empuñaduras todo está bastante a mano. Soy un poco pejiguero -o un poco gilipollas, según cómo se mire- con los mandos y la comodidad. Al final, es cacharrería que tendré entre las manos muchas horas y quiero que sea, al menos, cómoda. Steam Controller lo es. No lo parece, pero lo es. Muy cómodo, de hecho.
Lo peor del tacto del mando son los gatillos y bumpers, tanto en su material como en la resistencia que los gatillos oponen, como en el estúpido clic chirriante de todo el conjunto... Es de lejos lo peor del dispositivo. El resto, al tacto, cumple estupendamente, particularmente interesante la experiencia háptica de los trackpads. Esta es una suerte de vibración que sentimos en cada círculo, y que da indicio de respuesta en el uso. Es muy ruidosa, pero separa la experiencia de deslizar el dedo sobre estas superficies de la experiencia de deslizar el dedo sobre la pantalla de un teléfono para jugar -una de las sensaciones más pobres y vacías que un jugador de videojuegos puede experimentar-. La intensidad de esta respuesta háptica se puede configurar, como todo en Controller, pero me gusta, y lo más importante, creo que aporta.
Vamos a jugar
Vamos a jugar. Me decido a arrancar 'Tomb Raider' de 2013. Un juego en tercera persona. Por defecto el Controller nos carga una configuración, en este caso una que emula prácticamente en 1:1 a la del mando de Xbox 360. Así, el joystick sirve para mover al personaje y el trackpad derecho para la cámara. No me gusta. El recorrido de la cámara emula al movimiento de un ratón, de tal forma que tengo que arrastrar la cámara más que moverla, lo que convierte a la experiencia en tosca y lenta. Pero, estaba avisado, en Steam Controller todo es configurable a golpe de botón guía, así que modificando el parámetro para el comportamiento del trackpad pude solucionarlo sin problema, y la experiencia se volvió estúpidamente precisa. Esto funciona.
El menú de configuración del controlador nos ofrece la posibilidad de tomar una de las configuraciones, aportada por la comunidad o los propios desarrolladores, y sobre ella modificar cualquier aspecto a nuestro antojo. Así, en cada juego podemos ir adaptando el uso del mando a nuestras necesidades. Lo interesante aquí no es que podamos configurar una acción a un botón -acelerar en la A, frenar en la B...- sino que podemos configurar el comportamiento que queremos que tenga cada parte y componente del hardware. Así, podemos elegir que el trackpad funcione como un ratón, o que sea como un joystick ultrapreciso; que haya que pulsar para una acción, o que simplemente sirva con deslizar el dedo... Cuando inicié por primera vez el mando, Steam me comentó que era hora de actualizar, y a continuación me mostró un documento bastante extenso - y también bonito, con dibujos y demás- en el que me explicaba pormenorizado todo lo que habían modificado... en un mes. Todo lo que había cambiado en un solo mes. Pensé, esto es lo que hace a Steam diferente.
Os seguiré contando mi andadura con Steam Controller: primer contacto, interesante.