El 23 de Noviembre 2017 | 16:14
Sheldon continúa sus aventuras a pequeña escala, y nosotros las continuamos con él. En este caso, el joven genio demuestra su falta de fe desde temprana edad; y es que le sobran ganas de ponerse a debatir con el cura de su pueblo sobre la posibilidad real de que exista dios.
Su desconocimiento de las reglas sociales le impide comprender hasta qué punto podría llegar a resultar ofensivo a la gente que se encuentra en la iglesia que él ponga en entredicho la creencia de dios. Por suerte, no hay ningún altercado grave porque todos comprenden que no tiene más que nueve años, pese a su clara impertinencia. Impertinencia que, por otro lado, también es en cierto modo dulce; porque no deja de ser un niño que, cuando tiene miedo, recurre a los brazos de su madre como refugio.
En este tercer episodio, además, Sheldon tiene sus dudas con respecto a la existencia de dios. Si bien en un primer momento tenía claro que no creía en él, algo le hace dudar y replantearse que, quizás, pudiera ser cierto que hay una fuerza más poderosa que la ciencia. Aunque tarda poco en rechazar la idea. Pero, ¿qué es lo que le hace creer en dios por un segundo?
Su abuela, la mejor niñera posible
Por fin descubrimos a la abuela de Sheldon, a su 'meemaw', como él la llamaba. Su niñera preferida, la que le dejaba jugar al póker mientras su hermana comía caramelos y su hermano tiraba petardos; una mujer más preocupada por la diversión y el entretenimiento de sus nietos que por educarlos correctamente. Y es que esta hace su aparición estelar cuando los padres de Sheldon tienen que irse corriendo al hospital, porque el padre sufre un ataque al corazón.
Tras un viaje con mucho peligro al hospital, y tras descubrir que ese viaje fue precisamente el motivo de que Sheldon decidiera que conducir un coche no era lo suyo, llega el momento cumbre del episodio para Sheldon. Y es que, por un descuido de los médicos, ve cómo estos tratan a su padre. El miedo se apodera de él; recordemos que es solo un niño que cree que su padre podría morir en cualquier momento, y que por muy alto que sea su coeficiente intelectual, eso no quiere decir que sea inmune a todo. Justo ahí, descubre una capilla, y reza. Aunque no le reza a dios, sino más bien a la posibilidad de que él exista.
Cuando su madre les dice que su padre se pondrá bien, él asegura tener un atisbo de fe... Que desaparece rápidamente. A fin de cuentas, el Sheldon que conocemos jamás se dejaría llevar por esa fe más tiempo de la cuenta. Es un científico nato, con todo lo que ello implica.
Pese a que en este episodio se ve un Sheldon preocupado, también seguimos viendo a ese Sheldon que ya conocemos de sobra: persistente, investigador, curioso, inquieto, que busca la verdad por encima de todas las cosas. En este caso, para él la verdad es que dios no existe, y se esfuerza en demostrarlo una y otra vez.
Lo mejor de esta serie es que sigue el formato de 'The Big Bang Theory', con episodios de apenas veinte minutos que consiguen enganchar mas, gracias a su brevedad, se pueden ver en cualquier momento. Además, no es estrictamente necesario ir viéndolos en orden para que estos tengan sentido, puesto que se pueden ir disfrutando por separado sin ningún problema.