Ya ha salido el tercer capítulo de 'The Handmaid's Tale' y, una semana más, regresamos a la vida de las criadas. Han pasado dos meses desde el episodio anterior, y June no ha perdido el tiempo, entrenándose para que su cuerpo se vuelva fuerte una vez más. Al igual que hace Moira desde Canadá. Se reafirma la conexión entre ambas.
Feministas antes y feministas ahora
Momento de flashback. Uno de los más poderosos de toda la serie, si me permitís. A menudo oímos el siguiente argumento contra el movimiento feminista: "¡Es que las mujeres de antes lo tenían peor!", como si así se infravaloraran los problemas que tenemos las mujeres hoy en día. Sí, quizás la mayoría podamos votar. Sí, quizás ya no tengamos la obligación de vivir con un hombre. Son logros, sin duda, pero no por ello tenemos la vida solucionada.
Este flashback nos muestra una suerte de equivalente. ¿La madre de June vivía peor que su hija ahora? Sí y no. Gilead no existía en su época, y ella y todas esas mujeres al menos tenían la libertad para "protestar" quemando esos papeles. Pero no vamos a cometer el error de creer que todos los hombres que las violaron terminaron pagando por sus crímenes.
El tiempo pasa y nosotros evolucionamos, como personas y como colectivo. El feminismo de hace cincuenta años no es el mismo que el de hoy en día. Pero hay problemas que prevalecen.
Las brujas de Salem
¿Recordáis a la antigua esposa del episodio pasado, a la que destinaban a las Colonias y Emily mataba? Se nos presenta una segunda oportunidad de ver a personajes que se han paseado por los dos bandos de Gilead. Moira recibe a un antiguo guardián, traumatizado por los asesinatos que le mandaron cometer. Comenta, en concreto, los casos de "traición al género", en los que tuvo que ahorcar a un antiguo novio. Moira es lesbiana, y entraría dentro de la categoría de traidora, como Emily, pero decide ayudarle en vez de envenenarle y crucificarle. ¿Volverá a aparecer? Lo más probable es que no, pero mantengo la esperanza de que se nos muestre a ese tipo de personajes, más grises y con tanto que ofrecer.
Como la familia que acoge a June, por ejemplo. La mujer (Heather), sobre todo. No está de acuerdo, nada de acuerdo, como tampoco está de acuerdo con el trabajo de las criadas. ¡Lo que hace la empatía! Es bonito pensar que preferiríamos morir a dejar que nos trataran de esa manera, que somos lo bastante fuertes o valientes como para convertirnos en Juanas de Arco. En brujas de Salem.
Este episodio es especial en más de un sentido. Porque contrapone las posturas de mujeres como Heather y como June, que creían poder resistir y luchar antes que conformarse, con la de la madre de June. Enviada a las Colonias al principio de la República, Moira creía que le sería fácil estar ahí, que podría llegar a acostumbrarse. Pero no fue así. Con un espíritu de sufragista indomable, ella lucharía hasta la muerte. Una verdadera mártir.
No es de extrañar que, en momentos como los que estamos viendo, June sea así. Antes era conformista, cobarde incluso, pero el mismo fuego ha empezado a brillar en ella desde que se rebeló contra tía Lydia, contra los Waterford y contra toda Gilead. Desde que acabó con su condición de Defred, arde con más fuerza que nunca.
Pero los fuegos se descontrolan, y pueden desatar incendios. Desastres como el que June, intentando escapar por su cuenta, provoca. Dile hola de nuevo a Gilead, June.