La primera temporada de 'The Handmaid's Tale' terminó con una gran incógnita: June subiendo a una furgoneta hacia un destino incierto. ¿Oscuridad o luz? La segunda temporada empieza resolviéndonos este misterio.
"Vete con ellos. Confía en mí," fue lo que le dijo Nick antes de que se separaran. June baja de la furgoneta y es amordazada y atada junto a otras decenas de criadas. No está entre amigos. Los guardias ni siquiera les permiten un ápice de contacto físico entre ellas, de confort ni de esperanza. ¿Para qué iban a hacerlo? Las llevan a la muerte. Nick la ha traicionado.
¿O no?
La venganza de tía Lydia
'The Handmaid's Tale' hace gala una vez más de su impresionante fotografía y nos hiela el corazón al hacernos creer que van a ahorcar a todas las criadas, a pesar de que eso iría en contra de la propia naturaleza de Gilead. Al final, sin embargo, no resulta ser más que la venganza de tía Lydia por negarse a matar a Janine. Una venganza que no ha hecho más que empezar.
El embarazo de June es lo único que la protege de la ira de tía Lydia, y ambas lo saben. Se enfrentan. Llegan a un punto muerto. Por una parte, June es intocable mientras esté embarazada. Puede negarse a comer, puede protestar y defender a Janine, pero, a la vez, debe tener mucho cuidado. Veremos que se libra de seguir el ejemplo de Dewyatt y permanecer nueve meses encerrada y encadenada, pero la señora Waterford tiene a su hija, y si algo le ocurriera al no nato, Hannah lo pagaría con su vida.
A pesar de su "numerito", las criadas siguen siendo tan esclavas como siempre, y sus superiores se aseguran de que ninguna lo olvide. La desobediencia implica un castigo. A menos, claro, que estés embarazada. Tía Lydia intenta crear una brecha entre June, la primera que decidió rebelarse, y las demás, y lo consigue. Ya cuando estaban bajo la lluvia, June era la única que se atrevía a sostenerle la mirada.
Ese detalle, junto con cómo June no se deja amedrentar por Serena, son indicios que nos revelan que la evolución de nuestra protagonista en la primera temporada no ha sido en vano. Se ha arriesgado y ha fallado, y ahora se enfrenta a las consecuencias. Pero lo hace con una actitud del todo distinta, segura de sí misma y dispuesta a no tolerar ningún abuso más.
Al terminar la visita al médico, uno de los enfermeros se despide de ella por su nombre y le entrega una llave. Parece que Mayday todavía tiene la vista puesta en ella y, a pesar de todo, no está sola.
Saltemos al pasado. ¿Qué es un capítulo de 'The Handmaid's Tale' sin un buen flashback? Por desgracia, el de este episodio no es especialmente revelador, sólo una muestra más de cómo la república de Gilead acabó con el gobierno anterior y empezaba a extenderse hacia la población como una araña teje su red. Se acusa a June de ser una mala madre —inconcebible a estas alturas—, y se muestra que ella y Luke querían ser padres otra vez. ¿Un posible vaticino?
Larga vida a June Osborne
De vuelta al presente, vemos de nuevo un juego con las imágenes de la luz y la oscuridad, del rayo de esperanza y la desesperación. Pero Mayday hace mucho más que darle un atisbo de esperanza a June: la saca de la casa de los Waterford. Es la primera vez que ocurre algo parecido, lo cual nos lleva a preguntarnos si Nick habrá tenido algo que ver. Una pregunta que se confirma cuando se reúnen.
June no se lo piensa dos veces y termina sin remordimiento alguno con su rol en Gilead. Destruye todo lo que representaba a Defred: primero se quita el uniforme rojo y prende fuego. Luego se corta el pelo, un retorno a la persona que era antes de convertirse en criada y toda una declaración e intenciones por parte de la serie. Y, por último, se corta el dispositivo de rastreo que le habían implantado en la oreja. Se corta la oreja.
Defred muere de forma definitiva en este episodio, parte a parte, y June Osborne renace más fuerte y más furiosa que nunca. Para ser libre ha tenido que sufrir y hacerse mucho, muchísimo daño. A pesar de tener que seguir escondida, encerrada incluso, se ha deshecho por fin de la criada en la que la habían convertido. Vemos cómo vacila y cómo tiene miedo, pero sigue adelante. Ya no hay vuelta atrás.
Pero Gilead y las criadas son lo único que ha conocido en tres largos años, y eso debería pasarle factura en los próximos episodios. Incluso el más maltratado de los prisioneros llega a echar de menos su cárcel.