El 9 de Junio 2017 | 16:51
La semana pasada volvió finalmente 'El Ministerio del Tiempo' con una tercera temporada. El capítulo 'Con el tiempo en los talones' como homenaje supremo a Alfred Hitchcock fue interesante desde el punto de vista artístico, y si bien no era malo en absoluto, le pesó mucho tener que abrir la temporada después de más de un año de espera.
En este segundo episodio que lleva por nombre 'Tiempo de espías' la serie vuelve a una de las ambientaciones que mejor se le ha dado: la España durante la Segunda Guerra Mundial, que servía a los nazis a pesar de decir que permanece neutral. El tercer episodio de la primera temporada fue un auténtico golpe en la mesa sobre cómo puede la serie dejar claro que no es tu típica serie española sino que van en serio siendo imaginativos con hechos que ocurrieron en la vida real, y aquí vuelve esa sensación de aventura, suspense y fantasía que hizo que nos enamoremos de la serie.
La gran referencia en esta película es la operación Mincemeat que el personaje de Pacino nos cuenta gracias a su pasión por la película 'El Hombre que nunca existió': como estrategia para confundir a los alemanes, el ejército inglés usó un cadáver de un vagabundo que se suicidó con matarratas e hicieron creer a los nazis que se trataba de un oficial británico con unos falsos planos para que crean que los aliados van a hacer un desembarco en Grecia y así pillarlos por sorpresa en Italia. Gracias por la clase semanal de historia, 'El Ministerio del Tiempo'. Dado que la operación está en peligro al haber apresado a Lola Mendieta de joven cuando era espía internacional, la patrulla debe asegurarse de que la operación sale adelante para salvar decenas de miles de vidas en todo el mundo.
Uno de los puntos en los que más brilla su serie es que los personajes secundarios episódicos brillan con luz propia, y por eso recordamos a Lope de Vega, Miguel de Cervantes y más, y en este capítulo han hecho que brille William Martin. La historia hizo que fuera un vagabundo que se suicidó pero en la hora que duró el episodio consiguieron que el personaje fuera perfectamente tridimensional: un espía británico que volvía a su hogar en Huelva que acaba haciendo sacrificando su vida por la mera esperanza de que una operación militar salga bien. El resto de personajes regulares volvieron a la tónica habitual de esa mezcla multigeneracional entre Pacino, Amelia y Alonso que funciona perfectamente y que se notó un poco atrofiada en el capítulo de la semana pasada, con lo que en esta ocasión no hay quejas.
El guión fue un vivo ejemplo del potencial de la serie de contar humor rápido que no desentona ni estropea el ritmo junto con la acción y momentos melodramáticos, con ciertos añadidos de anticipación al saber de forma más o menos predecible que William va a tener que morir al final el episodio. No hace que su muerte sea menos especial y logran que se note el impacto con unas sencillas escenas que un guionista con más prisas se habría olvidado de introducir. Resultó muy emotivo todo el desarrollo del episodio, y ahora sí podemos decir que 'El Ministerio del Tiempo' ha vuelto con todas sus fuerzas.
Tras pensar fríamente hemos notado un aspecto que no nos ha entusiasmado: el papel de Lola Mendieta en este episodio da la sensación que sobra de no ser por unos minutos. De forma inmediata y hasta nueva aviso Natalia Millán no vuelve porque su personaje ha muerto de cáncer, pero Salvador Martí se encargó de reclutar a una Lola Mendieta de 1943 en 2017, y aquí no podemos evitar levantar una ceja por las paradojas temporales que puede causar, sobre todo al ser la supuesta villana en la primera temporada. Su introducción mediante eventos tangenciales a la trama principal nos hace pensar que es un pegote argumental pero al menos nos prometen un nuevo personaje regular de cara a esta tercera temporada que puede dar nuevas dinámicas, algo que la serie siempre necesita.
'Tiempo de Espías' demuestra que la serie vuelve con fuerza tras una season premiere un poco floja, pero si el resto de episodios siguen esta estela, bienvenidos sean porque es lo que queremos los ministéricos: variedad, originalidad, historias emotivas cuyo desarrollo nos haga quedarnos absortos en la pantalla y personajes memorables. Ahora esperamos impacientes el de la semana que viene.