El 27 de Abril 2018 | 09:29
El cuarto episodio de la segunda temporada de 'Legión' ha sido, al mismo tiempo, el más emotivo y el más vacío. Vacío porque, realmente, no se ha avanzado casi nada en la trama, y nos mantenemos prácticamente en la posición en la que estábamos antes de empezar; y el más emotivo porque nos narra la historia de Syd, su infancia, nos muestra todo a lo que tuvo que hacer frente... Y nos enseña una gran lección. Marvel hace una gran demostración en este episodio en particular: no todo tiene que ser acción y emoción sin ton ni son, sino que puede haber espacio para la reflexión.
Syd siempre ha sido uno de los personajes protagonistas, y no solo por su relación con David, sino también por su marcada personalidad y por ese don que tiene a la hora de expresarse. Mas ha sido precisamente en este episodio en el que Syd ha demostrado por qué debe tener mucho más protagonismo en la serie; es un personaje femenino muy fuerte, que rompe con todos los roles de género impuestos (pese a su feminidad estética; esto nunca debe ser algo que criticar en una mujer) empezando por el mito del amor romántico. Al contarnos su infancia y su adolescencia, no oculta en ningún momento que el tener esa mutación que le permite, mediante el tacto, cambiar el cuerpo con cualquier persona, es tanto su don como su debilidad. No le da miedo mostrarse indefensa en ciertos sentidos, ni ante el público ni ante David, porque solo al mostrar la indefensión por la que tuvo que pasar es capaz, a su vez, de mostrar la fortaleza que ha adquirido ahora.
Ella sabe a lo que van a tener que enfrentarse, y sabe lo complicado que puede llegar a ser el mundo. Es precisamente esto lo que quiere transmitirle a David, que es una persona mucho más romántica en el amplio sentido de la palabra. Mas no quiere contárselo y ya está: quiere que él lo averigüe por sí mismo, pese al tiempo que eso pueda llevar.
El amor nos hace débiles
Syd se desnuda completamente ante David, y no hablamos de un desnudo físico, ni mucho menos: hablamos de algo mucho más complejo, de un desnudo integral. Le muestra lo que ella considera sus mayores pecados, aunque tarda más de lo esperado en mostrar el que considera más grave: se metió en la piel de su madre para así poder mantener relaciones con el que en ese momento era su pareja. David insiste, y le repite una y otra vez que, pese a todo, siempre la querrá.
Es entonces cuando ella ya reacciona, y le dice que no es eso en lo que tiene que fijarse; comienzan a hablar de su situación como superviviente, de todo lo que ella ha superado, de cómo eso la ha hecho más fuerte y no más débil. Su discurso es una auténtica declaración de intenciones que todo el mundo que ha sufrido alguna vez debería tener en cuenta: es un aliento de esperanza, es decir que todo aquello que duele te acaba haciendo más fuerte, sirve para engrosar tu coraza.
Para ella, el amor es como un baño caliente. Pero todo lo que permanece en remojo se reblandece, y eso es precisamente lo que se debe evitar; no deben reblandecerse, sino hacerse más fuertes. Deben ser ellos los que salven al amor, y no esperar que el amor les salve a ellos. Una lección que todos deberíamos aplicarnos en nuestro día a día, y que 'Legión' ha sabido transmitir de la mejor manera posible.